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Llamemos al 911

Pastor Javier Bertucci

Domingo 21-08-2022

 

 

Hay momentos importantes y otros urgentes, y estamos pasando del momento importante al urgente para lo que Dios quiere hacer en este tiempo. Cuando alguien está en una emergencia, toma el teléfono y rápidamente llama al 911, e inmediatamente del otro lado alguien le pregunta qué está pasando, a lo que la persona responde que tiene una emergencia y que se requiere que vengan urgentemente para auxiliar e impedir que algo grave acontezca.

 

Ahora bien, Dios está haciendo un llamado urgente a la Tierra, y esa llamada tiene que ver con que necesita un equipo con la capacidad de salvar, restaurar y levantar a las naciones, para ello deben haber personas decididas y calificadas para asistir al lugar y repartir la vida que hay que dar. Es el Cielo llamando a la Tierra y la respuesta debe ser inmediata, porque estamos pasando del tiempo importante al tiempo de urgencia, debido a que estamos llegando al último momento. ¿Qué haríamos si el Espíritu Santo nos dice que nos queda una hora vida? Lo que en nuestra vida sea importante pasa a no tener importancia, y entraríamos a hacer lo urgente.

1 Juan 2:18: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo”.

 

Si estamos en los últimos segundos de la raza humana para que Jesús venga a la Tierra por segunda vez, ¿qué haremos? Necesitamos ocuparnos en la salvación para hacer que venga como un río y llene la tierra con el conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren la mar (Habacuc 2:14) y seamos inundados con fuego.

¿Seguiremos haciendo todo, menos lo que Dios quiere? o ¿entenderemos que ya es el último tiempo? Nuestro tiempo en la tierra no es permanente, es temporal, necesitamos darle prioridad al lugar en el que  viviremos por la eternidad, necesitamos tomar una decisión, pero no podemos seguir dándole la espalda a la voluntad de Dios. No podemos seguir detrás de las cosas que son perecederas. Cuando dejamos lo que es importante para nosotros para ocuparnos de lo urgente de Dios, Él primero que va a actuar a favor de la urgencia es Dios, y declara la Escritura que: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

Hay un llamado urgente del Cielo para algo que está a punto de suceder en la Tierra, y Dios está reclutando a miles para esto. Ahora bien, debemos ser de esos que serán reclutados para el último movimiento espiritual ante la venida de Cristo que va a traer un sacudimiento poderoso en la Tierra.

1 Juan 2:12-14: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno”.

 Si somos de los que han sido perdonados por Jesús, entonces el llamado urgente del Cielo es para nosotros. El Espíritu Santo hizo mención de los grupos a los que quería influenciar con el llamado urgente del Cielo, y a ellos los define como “Hijitos”. Debemos trabajar en factor de todo aquel que desee reconocer a Jesús como su Salvador.

La prioridad del Cielo es la salvación de la gente, porque por eso fue que Jesús vino a la Tierra , y ese amor de Él por nosotros debe ser correspondido. Necesitamos vivir para Él y responder a la urgencia del Cielo.

Lucas 15:20-24: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”.

El único que se emociona cuando el hijo regresa, es el que lo está esperando; para él siempre será motivo de alegría recibirlo. Aunque el hijo haya pecado, el padre siempre va a amar al hijo, y va a ser movido a misericordia, y cuando esto ocurre, no hay tiempo para juicio ni condenación, sino para el amor. Es tiempo de correr por las calles como relámpagos y antorchas encendidas en fuego de un lado para otro para buscar y salvar lo que se ha perdido y quiere regresar, esto es urgente.

La gracia de Dios consiste en lo que Él es, y no en lo que nosotros somos. La justicia de Dios no es como la de nosotros, la de Él se basa en su bondad, y en su realiza le place darle lo mismo al que llegó primero y al que llegó después, indicando que es un servicio de amor, y no de interés y cálculos.

Apocalipsis 12:10: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”.

Hay cuatro características de los últimos tiempos: salvación, poder, Reino de Dios, es decir, influencia de Dios en la tierra, y la autoridad de su Cristo. Lo que impide la manifestación de ese Reino, es la acusación, que cuando está sobre la Iglesia le hace carecer de poder, autoridad y manifestaciones sobrenaturales que asombren al incrédulo. Pero cuando la dejamos a un lado, grandes cosas comienzan a ocurrir.

Apocalipsis 12:11: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”.

Los que han vencido, son aquellos que lo han hecho por medio de la sangre del Cordero, la cual no culpa de pecado, sino que nos hace hijos, santos y victoriosos. El llamado de la urgencia sigue vigente y diciendo que es el último momento para salir con un gran movimiento evangelístico que nos pueda llevar a tocar el corazón de las masas y que así la mayoría reciba a Jesús.

No hay impedimento para dejar de predicar el mensaje de Jesús, porque si hemos pecado, dice la Biblia en 1 Juan 2:1: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Juan habla de esta manera porque conoció el amor de Dios, y quien conoce el amor de Dios, lo conoce a Él.

Lo que Dios va a traer para este país y continente no es algo que se haya visto antes, y lo va a hacer a través de personas que no son los más perfectos, con los que ante la sociedad no son los más indicados para hacerlo. Es el momento de urgencia del Cielo para hacer la voluntad del Cielo en la Tierra, no sigamos dejando a un lado lo que Él quiere que hagamos. Dios cuenta con nosotros, es el momento para usarnos y desea que nos pongamos en sus manos.  Dios está buscando corazones sinceros que puedan servirle sin condiciones, que deseen agradar el corazón de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.