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Los llamados y los propósitos

(Domingo 23-08-2020)
Pastor Javier Bertucci

En la vida no solamente se existe, se viene a cumplir un propósito que tuvo un llamado antes. Lo más importante para un ser humano no es cumplir metas, sino hallar su propósito, quien no lo consigue, no importa lo que logre, fracasó, porque el desarrollo de la vida de una persona consiste en encontrarlo. Estamos alineados a la sociedad, queremos cumplir con todos los parámetros que ella nos impone, y muchas veces la vida de una persona es el resultado de todo lo que le rodea, y no de una relación con Dios, con independencia de Él; todos los hombres y mujeres que hicieron historia, la hicieron por apegarse a Dios, oírle, y encontrar su propósito alineado a un llamado, todos los demás solo siguen las influencias de quienes les rodean. Cuando se trata de la línea de Dios, tiene que ver con la bendición de las mayorías, con una apertura de poder influenciar de manera positiva lo que nos rodea, tiene que ver con una renuncia de nuestros deseos personales y egoístas por una visión más grande. No creamos que ser cristiano y asistir a una Iglesia lo es todo, es el principio, pero el desarrollo que empezamos a tener como creyentes es lo que va a dirigirnos a un desarrollo integral en la vida.

Isaías 51:2: “Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.”

Dios no llama a grandes, Él los hace grandes, llama a pequeños y los hace grandes. Dios multiplica a quien bendice, y esa multiplicación no es el resultado de una astucia, o de una inteligencia humana, es el resultado de una bendición de Dios. En la vida hay dos tipos de personas, los que reconocen la bendición de Dios en alguien, y los frustrados, quienes van a atacar a los que tienen la bendición y van a decir cualquier clase de mentiras. Debemos saber que si somos benditos por Dios y empezamos a ser multiplicados, van a venir los ataques.

La multiplicación no tiene un patrón de tiempo o de rapidez, recordemos que Dios es eterno, no está apegado a nuestro tiempo, Él ve presente, pasado y futuro en un mismo plano. El tiempo para el que Dios bendice y multiplica, no se detiene, luego que Dios inicia, no para, los pactos de Él son transgeneracionales.

Los hombres y mujeres que Dios multiplica, tienen sobre sus lomos algo mayor que lo que hacen en sus vidas.

Génesis 17:5-6: “Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.

Dios busca más obediencia que perfección, hay personas que pueden ser mucho mejores que otros, pero que no están dispuestos a obedecer a Dios en lo que Él quiere, en cambio, hay algunos que quizás tienen errores, pero están dispuestos a obedecer a Dios hasta las últimas consecuencias. Dios para escoger, llamar y elegir, es soberano, no hay ningún patrón que podamos aplicarle a Él, es un error criticar a los que Dios llama y bendice, porque ellos no serán afectados por esas críticas, pero los que lo hacen, acarrean problemas para sus vidas, a esto Dios le llama rebelión.

Hebreos 7:9-10: “Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.”

Dios puede bendecir a los nuestros cuando nos decidimos servirle a Él, y no solamente puede bendecir a nuestros hijos, sino a los nietos, y a los próximos linajes que sigan. Esta vida no es todo lo que hay, es el principio de la eternidad para los que creemos, pero todavía al irnos con el Señor, dejamos sobre nuestro linaje la misma bendición y multiplicación, porque Dios no solo hace pactos, sino que los cumple.

Isaías 51:1: “Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.”

No olvidemos de donde fuimos cortados, ni de la cantera de donde fuimos arrancados. Es mejor reconocer de dónde venimos, porque si no sabemos de dónde venimos, no podremos saber a dónde vamos; la gente que viene de abajo y se olvida del lugar del cual salió, se vuelven arrogantes, pesados, prepotentes, humillantes hacia los demás, así que la mejor forma de mantenerse enfocado en la vida, es saber de dónde venimos. Reconocer de donde salimos y venimos, nos va a llevar al lugar a donde queremos llegar.

No podemos desconectarnos de nuestra cantera, de la piedra de donde fuimos cortados, porque allí está nuestra identidad, y seguramente allí también está nuestro propósito. Los hombres y mujeres que Dios multiplica no les toca seguir sendas, sino abrir caminos, lo que es mucho más complejo; el que es llamado y bendito por Dios, le toca abrir caminos. El que abre camino no le queda más que confiar en Dios y sostenerse de su mano, a pesar de las críticas de quienes vienen detrás de ellos, por lo que se debe asumir con gallardía, debido a que quien los llamó fue Dios. Algunos escriben historia y otros solo la leerán, son decisiones que se toman en la vida, nadie nos va a obligar a hacerlo.

Génesis 12:1: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.”

Dios hace de nosotros alguien grande para que seamos de bendición para otros. Abraham no le negó su único hijo al Padre, es por eso que Dios luego no le niega tampoco su hijo unigénito a la humanidad. En la vida a Dios no se le trata por negocio, sino por valor, cuando Él lo dio todo por nosotros, es justo que vivamos para Él. Dios actúa en valor por valor, no por presión ni por acuerdos irracionales y egoístas.

Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.”

El Dios nuestro es bueno, hace pactos con hombres y mujeres, y los cumple. Hay gente que busca ser más perfecto que obediente, y en esa búsqueda de la perfección se olvidan de su relación con Dios, espontánea y cercana, por lo que se enfocan más es en criticar. A la hora de elegir, Dios toma más en cuenta nuestra obediencia, que nuestra perfección. Servir a Dios no es cosa de interés, sino de obediencia y amor. Nadie tiene la seguridad de que cuando empieza a servir a Dios en obediencia, va a lograr todas sus metas, esta es una carrera que se hace por pasión y amor a Dios, y no por cualquier otra cosa. Dios es un Dios de progresión, que va llevando al creyente de lo menos, a lo más; en la vida cristiana se crece por fe, trabajo y valores, no hay atajos. Todo aquel que es llamado y haya su propósito, tendrá que desarrollar una carrera, y hacer una construcción permanente y sostenida.

1 Reyes 8:23: “Dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón.”

Servimos a Dios porque le conocemos y sabemos que no hay otro como Él, que guarde el pacto y la misericordia (Deuteronomio 7:9), que hace con sus manos, lo que promete con su boca. Busquemos a Dios, solo de esta manera seremos escogidos, llamados, benditos y multiplicados. Dejemos de existir y empecemos a vivir con un propósito en la vida, los que alcanzan éxito, son los que consiguen el propósito, lo desarrollan y lo cumplen hasta el punto en el que Dios los llamó, de allí en adelante será multiplicación y observado en las próximas generaciones.