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Los tres principios para tu milagro

(Martes 17-11-2020)

Pastor Francisco Barrios

Hay tres principios que la Biblia nos enseña para recibir nuestro milagro: La oración, la confesión, y la visualización, que si los practicamos con verdadera revelación, vamos a ver milagros del Cielo operando en nuestras vidas.

Mateo 7:7-8: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.

Jesús dijo: “Todo aquel que pide, recibe”, es decir, si nosotros no oramos, no vamos a obtener nada, pero si lo hacemos, recibiremos de Dios, porque hay actitudes en las que debemos accionar si queremos recibir un milagro. Hay personas esperando que algo suceda, y otros trabajando para que algo acontezca. La oración debe salir de un corazón que le cree a Dios, que tiene una fe ferviente, este tipo de oración debe ser despertada en nosotros. Hay problemas que nos tocan el corazón, pero vienen con el propósito de despertar en nosotros un corazón ferviente en la oración; a algunos los problemas los detienen, los alejan de Dios, pero hay una clase de personas que los problemas despiertan en ellos una clase de fe ferviente en la oración. La gente más fuerte en la oración la producen no la lectura de libros o el asistir a seminarios, sino las circunstancias cuando golpean y despiertan en nosotros una oración militante por un milagro. La oración cuando está dormida, es pasiva, y carece de poder, pero cuando es despertada, pasa de ser pasiva a una fe y oración agresiva; como hijos de Dios debemos de pasar de una posición defensiva a una ofensiva. Muchas veces estamos orando a Dios para que cambie nuestras situaciones, cuando Él las está utilizando para cambiarnos a nosotros. La oración ferviente despierta los milagros, y tiene el poder de ayudarnos a sobrevivir a la noche más oscura de nuestras vidas. Cuando reaccionamos de manera adecuada a las adversidades y circunstancias, aumentando nuestro nivel de oración, el milagro está a las puertas.

El segundo principio que trae un milagro, es la confesión, dice la Biblia que de la abundancia del corazón, habla la boca (Mateo 12:34), dice también la Palabra que la lengua es como el timón de un barco, que aunque pequeño, le da dirección al barco (Santiago 3:4), así que la lengua nos da dirección, indicará para qué lugar va a ir nuestra vida, puede llevarnos al fracaso o al milagro. Si no nos gusta lo que estamos viendo, debemos cambiar lo que estamos diciendo, tenemos que alinear nuestra lengua a nuestra oración. Es bien importante confesar lo que estamos orando y lo que estamos creyendo, porque de lo contrario nuestra lengua puede ser un ladrón de nuestros milagros, debido a que por un lado podemos estar creyendole a Dios en oración, y con la lengua podemos estar anulando nuestro milagro. Confesemos lo que Dios está diciendo, alineemos a nuestra lengua a la voluntad de Dios, a lo que dice en su Palabra. A las circunstancias difíciles que atravesamos, debemos hablarle la Palabra de Dios, y esa confesión debe salir de nuestro corazón, así que llenemos nuestra vida de promesas de la Palabra de Dios, porque fe es palabra de Dios en el corazón. ¡Cuando alineamos la confesión a la oración, milagros van a suceder!

El tercer principio para recibir nuestro milagro, es el de la visualización, es la última frontera que debe ser vencida. Visualizar es empezar a ver nuestro milagro. La fe necesita que le pongamos una foto de lo que debe creer, y de esta manera ella va a perseguir lo que está viendo, así que empecemos a visualizarnos en el milagro que estamos esperando, porque si lo podemos ver, lo podremos tener. La última frontera a conquistar es la mente. La ciencia a descubierto que personas negativas y pesimistas dañan su sistema inmunológico, se hacen vulnerables a las enfermedades, pero si nuestro corazón está lleno de la Palabra de Dios, nuestra mente va a ser convencida, y va a visualizar lo que estamos orando y confesando. Cuando empezamos a visualizar nuestro milagro, tenemos un cordón de tres dobleces.

Moisés se sostuvo en medio de pruebas como viendo al invisible (Hebreos 11:27), y logró su milagro siempre visualizando la victoria y bendición; cuando nos mantenemos en medio de las circunstancias viendo al invisible, vamos a poder pasar por el fuego y por el agua, y no nos ahogaremos ni quemaremos (Isaías 43:2), saldremos a la otra horilla en victoria y en bendición. Si ponemos en práctica esta palabra, las bendiciones nos alcanzarán y seguirán.