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Mantente en la esperanza
Pastor Javier Bertucci
Domingo 28-02-2021
Como Iglesia debemos decidirnos a ser luz en medio de las tinieblas, a no quedarnos de brazos cruzados, sumergidos en la queja o la lástima, debido a que ellas no cambian nada, en la vida, quien lucha, debe hacerlo para ganar, esto habla de tenacidad, gallardía y fe, dice la Biblia, “el justo por su fe vivirá” (Hebreos 10:38), es decir, no puede vivir llorando, sino luchando cada día, y de esta forma vencerá, porque “esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4b). La Biblia aclara que los cobardes no entrarán al Reino de los cielos (Apocalipsis 21:8), y dice también, que el que pone su mano en el arado, y ve hacia atrás, no es digno de llamarse discípulo de Dios (Lucas 9:62), indicando esto, que Jesús quiere gente luchadora, que miren hacia el Cielo con una visión clara de que van a ganar, y que finalmente se va a imponer el bien ante el mal, porque Dios nunca pierde, Él siempre gana.
Hebreos 10:23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.
Cuando Dios promete, Él cumple su palabra, y nuestra esperanza está basada en las promesas de Dios, por eso está viva, porque Jesús vive, y es sólida, porque Jesús es la Roca Inconmovible de los siglos. Mantenerse en la esperanza es una decisión propia y personal. Frente a los problemas, circunstancias o contradicciones, mantengamos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Quien tiene esperanza se mantiene firme, de pie, erguido, y con la frente en alto, no tiene de que avergonzarse, porque dice la Biblia que la esperanza no avergüenza (Romanos 5:5). La esperanza tiene la capacidad de regresarle el brillo a nuestros ojos y la lucidez a nuestra mente, porque la esperanza viene de la fe en Dios.
Santiago 1:6: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”.
Quien tiene esperanza es estable en ella. Tal vez, en algunos minutos podamos trastabillar o tener un bajón en la fe y en la esperanza, es totalmente humano, demuestra que somos vulnerables, pero inmediatamente nos enderezamos, porque la fe nos impulsa a seguir adelante y a no dejar de esperar, porque de seguro vendrá.
Nuestra confesión debe ser firme, sin cambiar, porque quien tiene esperanza, habla lo que espera. Si hablamos de esperanza, quienes nos rodean se llenarán también de ella, porque tiene la capacidad de alumbrar en medio de las tinieblas, del caos y de la crítica. No permitamos que nadie nos distraiga de esa esperanza, Pablo decía que, “si tratará de agradar a los hombres, no sería siervo de Dios” (Gálatas 1:10); y en ese camino de la obediencia hacia lo que Dios nos ha dicho, nos encontraremos con obstáculos y ciertas derrotas, pero ellas son para que nos sacudamos el polvo de las rodillas y sigamos adelante prosiguiendo el blanco, al supremo llamamiento (Filipenses 3:14), esa es la actitud de una persona que no permite que nada ni nadie lo desvíe del camino que Dios le indicó que recorriera, ellos son los que escriben historia, no los que siguen historia, y si pierden algo en el camino, no lo pierden, sino que lo invierten. No nos equivoquemos, porque en el camino de la esperanza, una derrota aparente, puede ser la resurrección del mañana y el poder para una gran victoria, recordemos que la capacidad de resurrección de Dios vive en nosotros todos los días, y ese Espíritu Santo jamás ha sido derrotado.
Habacuc 2:1-3: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”.
Lo que hemos ayunado, orado y llorado, va a acontecer, no sabemos cómo, pero Dios lo va a hacer. Mantengámonos esperando y luchando, porque nuestro socorro viene de Dios (Salmo 121:2), y el Cielo se encargará de imponer la verdad, el bien y la misericordia, así que nadie pierda la esperanza, porque todos vamos a obtener una gran victoria, en lo personal y en lo general, ¡nuestro milagro viene de camino!