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Mi Dios está conmigo
(Domingo 11-10-2020)
Pastor Javier Bertuci
Nuestro Dios no nos ha dejado ni nos ha desamparado aunque hayamos sentido la peor soledad, Él está cerca, no está lejos, prometió estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20), y si hemos sentido lo contrario, es porque quizás nos hemos enfocado más en el problema, que en Él. Aunque no hemos podido asistir a un templo, Él habita en el templo de nuestro corazón, y es milagroso, poderoso, amoroso, tierno y se complace con nuestra compañía, dice la Biblia “Cercano está Jehová a los que le buscan” (Salmo 145:18).
Jeremías 20:11: “Mas Jehová está conmigo como un poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión, que jamás será olvidada.”
Hay que tener una poderosa relación con Dios para tener la seguridad de que Él está con nosotros. Debemos creer que si Dios está con nosotros, Él nos librará de la muerte, de la plaga, y de toda asechanza del diablo.
Marcos 5:21-43: Al pasar otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió a su alrededor una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino un alto dignatario de la sinagoga, llamado Jairo. Al verlo, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: –Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva. Fue, pues, con él, y lo seguía una gran multitud, y lo apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía y de nada le había servido, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús se acercó por detrás entre la multitud y tocó su manto, porque decía: «Si toco tan solo su manto, seré salva». Inmediatamente la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de su azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, preguntó: –¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: –Ves que la multitud te aprieta, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”. Pero él miraba alrededor para ver quién lo había hecho. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad. Él le dijo:
–Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad. Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del alto dignatario de la sinagoga, diciendo: –Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al alto dignatario de la sinagoga: –No temas, cree solamente. Y no permitió que lo siguiera nadie sino Pedro, Jacobo y Juan, hermano de Jacobo. Vino a casa del alto dignatario de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. Entró y les dijo: –¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino dormida. Y se burlaban de él. Pero él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Tomó la mano de la niña y le dijo: – ¡Talita cumi! (que significa: “Niña, a ti te digo, levántate”). Inmediatamente la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y la gente se llenó de asombro. Pero él les insistió en que nadie lo supiera,[o] y dijo que dieran de comer a la niña.
Nuestro Dios está con nosotros aun con las peores noticias. Las noticias que recibimos, que pueden ser malas, serán malas si Dios no está con nosotros, pero si Él está, no hay nada que no pueda enfrentarse con la fe y la presencia de nuestro Dios. Jesús hoy nos está diciendo que no importa la noticia que podamos recibir, no hay ningún diagnóstico que Él no pueda revertir, y no hay enfermedad que no pueda sanar, solo debemos creer, así que no nos entretengamos con otra cosa que no sea una manifestación de Su mano sobre la adversidad. Jesús le entregó a Jairo su hija completamente sana y resucitada, así que no importa lo que haya muerto en nuestra vida, Jesús puede resucitarlo, porque nuestro Dios está con nosotros.
Job 13:15: “Aunque él me mate, en él esperaré. Ciertamente defenderé delante de él mis caminos.”
Nuestro Dios está con nosotros aun en las peores pruebas. La gente piensa que Dios le da la espalda al creyente en medio de la prueba, y es totalmente falso, Dios está ahí. Job no hizo provisión para la enfermedad que atravesó, pero eso no le llevó a quejarse contra Dios, esperó en Él; esas son acciones y posiciones que pueden revertir cualquier prueba, y levantar al creyente para ponerlo sobre la adversidad, en condición de ganador y no de perdedor. No importa lo duro de la prueba que hayamos atravesado, nuestro Dios está con nosotros en medio de la peor dificultad, y Él nos va a defender y a sacar de esta difícil prueba.
2 Samuel 23:5: “Por eso mi casa está firme en Dios; pues ha hecho conmigo un pacto eterno, bien ordenado en todo y bien seguro, aunque todavía no haya hecho él florecer toda mi salvación y mi deseo.”
Nuestro Dios está con nosotros porque su pacto es eterno. El pacto de Dios es de Él con nosotros, no de nosotros con Él, así que, como Dios es quien hace el pacto y lo cumple, sus estándares son unilaterales para cumplirlos, quiere decir, que el pacto de Dios consiste en lo que Él es, y no en lo que nosotros somos, por eso cuando jura, no lo hace por nosotros, porque nosotros cambiamos, somos inestables, pero Él lo hace por sí mismo, su pacto y juramento no está basado en lo que nosotros somos, sino en lo que Él es, porque aunque nosotros fallemos, Él es fiel, aunque el cielo y la Tierra pasen, sus palabras no pasarán (Mateo 24:35).
Hay muchas cosas que vamos a obtener por fe, y otras muchas que vamos a obtener por el pacto, que sin explicación alguna, Dios brinca sobre mil personas para bendecirnos a nosotros. Hay el pacto de la gracia, que es para todos, pero hay pactos personales que Dios hace con linajes, con apellidos y con personas, bíblicamente ha sido así. El pacto que Dios hace con nosotros, es ordenado en todas las cosas, es decir, hay muchas cosas afectadas por un solo pacto. Tenemos un pacto sobre nuestros lomos, y de esos lomos saldrá bendición para nuestro linaje, creámoslo. El servicio que hacemos hoy para Dios, nos ayuda hoy, pero mañana bendecirá a nuestros nietos y a nuestro linaje de ahora en adelante.
Efesios 3: 20: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.”
Nuestro Dios está con nosotros, por eso no hay tiempo ni límites ni edad para ver su mano, su poder y su gloria. Dios está a punto de hacer algo, pero nadie puede recibir algo que no espera, porque esto es la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se (Hebreos 11:1), si esperamos algo grande y bueno a favor de nuestra familia, Dios lo va a hacer, y lo que Él va a hacer no es según lo que entendemos y pedimos, sino según el poder que actúa en nosotros. Cómo podemos ser nosotros un canal para que Dios actúe de forma poderosa, creyendo que Él no tiene límites ni tiempo ni edad para que algo ocurra con nosotros y con los nuestros. Muchas veces cuando alguien pide un milagro, lo asocia con lo que puede lograr, eso no es sobrenatural, sino sentido común.
Juan 5:1-9: Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua, porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: – ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió: –Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: –Levántate, toma tu camilla y anda. Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su camilla y anduvo. Era sábado aquel día.”
Los milagros no caducan, no tienen fecha de expiración, son eternos, y mientras que alguien crea, están vigentes, no dependen del tiempo, dependen de la fe. Dios hace milagros en todo lugar, y donde alguien esté listo para recibirlo, no importando la edad que tengamos, Él puede usar sus manos, boca y vida para sanar y salvar a muchas personas, no pongamos en duda que nuestro Dios es Todopoderoso y de que Él va a hacer algo con nosotros.
Jeremías 32:17: “¡Ah, Señor Jehová!, tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti.”
Nuestro Dios es el Creador del cielo y la Tierra, el Todopoderoso, así que puede librarnos y sanarnos de toda enfermedad, puede proveernos para toda deuda, Él no tiene límites, su límite es el cielo, y si dijo que haría algo, lo va a hacer. Dios es nuestro sanador, nuestra paz y nuestra confianza, por ello sabemos que algo grande está por suceder en nuestra vida, familia y país, porque no hay nada imposible para Él. Si creemos en ese Dios, solo esperemos, porque la crisis tiene fecha de vencimiento, pero nuestro milagro tiene fecha de cumplimiento, ¡Dios viene de camino para Venezuela con un poderoso avivamiento! y va a cumplir lo que ha prometido, el sufrimiento de este país va a ser recompensado y restituido por la justicia de este buen Dios que está con nosotros.