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No hay nadie como Jesús

Pastor Javier Bertucci

Domingo 18-04-2021

Filipenses 3:10: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”.

Uno de los más grandes problemas que atraviesa la Iglesia cristiana, es la falta de conocimiento de Jesús, conocemos más doctrinas, dogmas y normas, que a Él, olvidando así que Jesús es la base de nuestra fe y la principal piedra de nuestros fundamentos. Muchos cristianos se equivocan por pensar que la base de la fe cristiana debe ser la prosperidad, la sanidad o la salud, pero no es así, siempre ha sido Jesús.

El apóstol Pablo afirma que todo lo que él hace es con el fin de llegar a conocer a Jesús, reconocía la necesidad que tenía de conocer a Dios diariamente; y nosotros pensamos que por recibirlo en nuestros corazones, congregarnos los domingos, participar de un área de servicio y cumplir con un tiempo mínimo de oración, lo conocemos.

Filipenses 1:21-23: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.

Debido al gran conocimiento que Pablo tenía acerca de Jesús, ya no deseaba bregar con el mundo, quería vivir plácidamente con Él, y no le temía a la muerte, porque conocía la vida con Jesús, sabía cómo sería estar en el cielo.

Solamente una profunda revelación y conocimiento de Jesús nos hace apreciar la vida eterna y conocer que en el cielo tendremos paz, lo que nos lleva a no temerle a la muerte, porque esta fe es para valientes; Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33), pero nuestra base siempre debe ser conocer a Jesús y ser parte de sus padecimientos.

Colosenses 2:13-14: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”.

Jesús tiene todo lo que necesitamos, Él es nuestra forma de vida y debe ser nuestra prioridad. Él llevó nuestros pecados, nos otorgó santidad y sanidad únicamente por su sacrificio, no hicimos nada para merecerlo y nunca nada de lo que hagamos podrá pagarlo; sin embargo, muchas veces no se manifiesta, y se debe a que dudamos y nos dejamos dominar por el miedo, y Dios no obra en temor.

No hay nadie como Jesús. Antes de su venida, teníamos una deuda muy alta con el Cielo, la cual era impagable, esto enseñoreó al diablo sobre la humanidad, pero apareció nuestro Señor Jesús, y para lograr pagar esa deuda, permitió su muerte, aceptándose como un sacrificio perfecto que nos eximió de toda la exigencia del Cielo. Solo por el sacrificio de Jesús podemos ser salvos, si lo aceptamos, todos nuestros pecados son pagados, y ya no tenemos deuda con el Cielo, significando esto nuestra redención.

Jesús es la personificación del amor de Dios, enviado a la Tierra para salvar por medio del amor a toda la creación; ese es el tamaño del amor de Dios, que llegó a hacerse carne y habitar entre nosotros. Él es amor y se mueve por amor, su plan de redención tiene base en su amor por nosotros. Antes de conocerle éramos esclavos del pecado, pero cuando aceptamos su pago, ya satanás no tiene poder sobre nuestras vidas, ahora tenemos libertad, y esta proviene del amor de Jesús.

Juan 10:15: “Así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”.

Al final, entendemos que realmente Jesús se dio por amor, entregó su vida por nosotros sin egoísmo, cumpliendo con el propósito del Padre. Jesús acabó la carrera de la fe y por medio del poder de su resurrección podemos conocerlo, teniendo una relación íntima, espontánea, personal y diaria, que con el tiempo se convierte en una necesidad profunda para nosotros.