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No pierdas tu relación con Jesús
Pastor Francisco Barrios
Domingo 01-08-2021
Lucas 2: 41-52: “Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.
Génesis 2:25: “En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”.
La religión nos ha enseñado a cuidarnos del mundo y el pecado porque podemos perder a Jesús, y es cierto, sin embargo, Adán perdió a Dios en el Edén, y los padres de Jesús lo perdieron en el templo. En algún momento de nuestra relación y servicio a Dios nos ha pasado lo mismo que a María y a José, vamos a la iglesia, servimos, tenemos experiencias lindas con Jesús, pero hemos perdido nuestra intimidad con Él. Nadie piensa que las cosas de Jesús y Jesús son dos puntos distintos, por eso llegamos al punto de vivir dos vidas; adoramos a Dios, bendecimos a otros y servimos en el templo, pero al salir llevamos una vida distinta.
Muchos cristianos solo tienen una cultura cristiana, pero no un corazón de Cristo, vienen a la iglesia y alaban, pero no tienen una relación con Jesús. Cuando Adán pecó, quebrantó una relación, y ese lugar de relación que era el Edén fue levantado, quedando solo aquello que Dios creó, pero sin Dios. Adán no perdió a Dios en discotecas, lo perdió en el lugar en el que Dios lo plantó. El resultado de quedarse con las cosas de Dios sin Dios, es la injusticia, la pobreza, la enfermedad y el desequilibrio en la tierra, porque lo de Dios sin Dios nos daña.
Las cosas de Dios pueden llenarnos temporalmente, debido a que son buenas, pero no son Dios. Él es una persona y lo que más desea es que nos relacionemos con Él. Jesús es el pan de vida que realmente nos va a alimentar, servirlo puede hacernos sentir bien, pero solo tener una intimidad nos llena realmente. Podemos perder a Dios sin darnos cuenta; los padres de Jesús lo perdieron y se dieron cuenta cuando estaban ya camino a su hogar. Cuando servimos a Dios sin una relación, lo perdemos, porque servicio sin relación es un problema.
Es mucho más importante tener una relación con Dios que las añadiduras de Él. Cuando Adán quebranta su relación con Dios se dio cuenta de que estaba desnudo, porque su influencia cambió, ahora era movido por los sentidos y no por el mundo espiritual. Una relación con Dios hace que el mundo espiritual dirija nuestra vida, y no nuestros deseos.
Lucas 10:40-41: “Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas”.
Marta nos muestra que sirviendo a Dios podemos estar enojados; ella quería la ayuda de su hermana, aunque María estaba a los pies de Jesús alimentando su espíritu. Marta no estaba mal, deseaba servir a Jesús, pero se encontraba enojada con Él por no exhortar a su hermana. Mucha gente sirve enojada con Dios por no tener respuestas a sus oraciones, en cambio, si cultivaran una relación con Él estarían satisfechos. Cuando tenemos una relación con Dios nos llenamos de Él, llegando a desear solamente estar en su presencia; puede que aún no tengamos lo que pedimos, pero estar en su presencia nos llena de paz para esperar.
Las costumbres pueden dañar nuestra relación con Dios, podemos estar acostumbrados a ir a la iglesia, a usar un carnet de servidor, y cumpliendo con un hábito estar muy lejos de Jesús. Lo primero que Dios le dio a Adán fue una relación, y al perderla arruinó el destino de la humanidad. Con Moisés Dios buscó tener una relación con el pueblo, no solo con él, mandando a construir un tabernáculo de reunión, sin embargo, el pueblo de Israel decidió tener un intermediario.
Tiempo después esto afectó al pueblo de Israel, llegando a hacerse un becerro de oro (Éxodo 32:4). Como Israel no tenía una relación con Dios no sabía cómo era y por eso su imagen de Dios era igual a los dioses egipcios. Quien no conoce a Dios tiene una imagen basada en otros dioses, un concepto errado de Él. Necesitamos una relación íntima con Dios para que nadie pueda confundirnos sobre quien es Él realmente.