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Ora al trono de la gracia
Pastor Francisco Barrios
Martes 22-02-2022
Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
La Biblia nos habla cómo nos tenemOra al trono de la graciaos que acercar al trono de la gracia, del que provienen cosas que no merecemos, el problema es que muchas veces queremos orar desde los méritos creyendo que por nuestras acciones nos ganaremos la gracia, la cual es inmerecida. Hay muchas personas que no reciben todo lo que Dios quiere darles desde su gracia, porque no pueden acercarse al trono con fe, creen que no son y nunca llegarán a ser los cristianos perfectos como para poder merecer lo que Dios desea darles.
También, existen cristianos que intentan acercarse al trono de la gracia por méritos, ayunan, oran y leen la Biblia de forma perfecta, piensan que todo lo que reciben es pago de esas acciones, pero el trono de Dios es para recibir gracia; nadie merece ningún favor de Dios, pero es por medio del sacrificio de Jesucristo en una cruz que podemos tener acceso al trono de gracia.
El legalismo nos lleva a acciones, a la perfección y nos vende la idea errónea de un Dios de juicio, que es preferencial y se guía por obras, no por gracia. Pero el Dios que vemos en la Biblia es uno que extendió su amor hasta en el último momento, que le abrió las puertas del cielo a un ladrón que moría en una cruz (Lucas 23:43), que tendió su perdón a una mujer acusada de adulterio (Juan 8:1-11); un Dios que nos ama, que es bueno y le da cabida a nuestra oración en el cielo. La razón por la cual una oración no es efectiva, no es por los pecados o limitaciones que tengamos, sino por la falta de fe en nosotros.
Gálatas 4:1-2,6-7: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo. sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.
Cuando somos hijos llenos de legalismo no estamos lo suficientemente maduros como para recibir la bendición del Padre, pero una vez que recibimos el carácter de un hijo de Dios tenemos la madurez para recibir todo lo que Él por gracia ha preparado para nosotros.
En la Biblia se refleja la historia de dos hijos, uno que pide su herencia y la despilfarra hasta quedarse sin nada, ese hijo arrepentido decide volver a su padre que lo recibe con brazos abiertos y celebra una fiesta para anunciar que ha regresado. Por otro lado, está el hijo que se queda con el padre y al volver del trabajo ve la fiesta por causa de su hermano, entonces se enfurece y decide no ser parte de ella (Lucas 15:11-32). Hay cristianos que no pueden entender la gracia, porque ellos desean merecer las bendiciones, pero en gracia podemos recibir mucho más de lo que algún día llegaremos a poseer por medio de los méritos.
Gálatas 4:21-26: “Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; este es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre”.
El apóstol Pablo tuvo la revelación de que Ismael representaba al viejo pacto e Isaac al Nuevo Pacto; cada uno es hijo del mismo padre, pero un hijo fue buscado de forma humana, es decir, por méritos, y el otro es hijo de la promesa y gracia de Dios. El juicio siempre perseguirá a la gracia, aquellos que viven para que sus obras los hagan dignos buscarán atacar a las personas que son perdonadas, amadas y aceptadas por medio de la gracia.
Decidamos ser hijos de la gracia, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para encontrar socorro, huyamos de la ley y no busquemos ganarnos el favor de Dios por medio de nuestras acciones, porque nunca lo vamos a lograr. Entendamos que Dios está dispuesto a darnos cosas grandes solo por su gran bondad y amor hacia nosotros, pongamos nuestra fe en su gracia y entremos a su presencia sabiendo que Él nos recibe con los brazos abiertos.