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Pensando lo que Dios piensa

(Martes 05-05-2020)
Pastor Javier Bertucci

1 Corintios 2: 16: “¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién lo instruirá? Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.”

En nuestro tiempo de oración, de inicio debemos callar la mente, y posteriormente alinearla hacia lo que es importante para orar; saquemos el pensamiento constante del problema, la aflicción y de todo lo que acontece en nuestras vidas y familias, pues esto genera que nos desconcentramos y divaguemos al orar, lo trae como consecuencia una falta de eficiencia en ella. Dice la Biblia que la oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16), quiere decir, que la oración puede ser eficaz o ineficaz, por lo que es necesario domar la mente y empezar a ser eficiente en la oración.

Debemos mantenernos orando por nuestra petición constantemente, no solo en el momento que hemos establecido para orar, sino en todo tiempo, a eso le podemos llamar “un estado espiritual eficiente”, en el que nos mantenemos orando por esa petición siempre. Debemos alinear nuestros pensamientos a un modo eficiente.

¿Quién va a entender a Dios? No podemos hacerlo, Él es Dios y nosotros no, así que, debemos elevarnos a los pensamientos de Dios y no esperar que Él baje a los nuestros, porque no lo va a hacer, Dios nos va a halar hacia Él, porque si viene a los pensamientos de nosotros, se va a distraer con las cosas terrenales nuestras, recordemos cuando Jesús le dijo a Pedro: “Apártate de mí Satanás porque me eres tropiezo, porque no piensas en las cosas del cielo, sino en las de la tierra” (Mateo 16:23). Podemos tener una mente saboteadora de la oración.

Tenemos la mente de Cristo, pero muchas veces no la usamos, porque queremos usar es la mente terrenal nuestra, la que piensa en los problemas, en lo que queremos y deseamos, y no en lo que Dios está pensando. Para pensar como Dios, hay que alinearse a lo que Él dice. En la medida que podamos poner nuestras mentes al nivel y altura de la mente de Dios y de Cristo, podremos ser eficientes en el orar, debido a que lo haremos de acuerdo a los pensamientos de Dios, y no de acuerdo a los nuestros, y más aun, si perseveramos en ese pensamiento, vamos a llenarnos de paz, porque sabremos que Dios va a intervenir en el asunto que nos preocupa.

Isaías 26:3: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.”

Si perseveramos en el pensamiento de Dios, tendremos paz, y además, ese perseverar en el pensamiento de Dios es la consecuencia de confiar en Él, quiere decir entonces, que cuando no pensamos como Dios piensa, terminamos en afán, ansiedad y depresión, pero si pensamos como Dios lo hace, el resultado será paz, porque Él hace lo que dice, realiza con sus manos lo que promete con su boca, lo que su Palabra dice.

Cuando pensamos que Dios es nuestro ayudador, Él nos va a ayudar. Si generamos más pensamientos en el problema, tendremos más del problema, pero si pensamos más en lo que Dios va a hacer, Él va a hacerlo, es una cuestión de cooperar con lo que Dios va a hacer. Si pensamos en lo que Dios ha dicho, tendremos paz, y sabremos que lo que Él dijo lo va a cumplir, por lo que tendremos paz. No podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, pero podemos evitar que hagan nido en ella; entonces, no podemos evitar que los pensamientos pasen por nuestra mente, pero si podemos evitar que los pensamientos negativos se queden en ella, por ello la Escritura aclara que debemos ponernos el yelmo de la salvación para evitar los dardos del maligno (Efesios 6:17). Podemos evitar que los pensamientos negativos se queden en nuestra mente, podemos sustituirlos, echarlos a un lado y colocar en nuestra mente pensamientos de fe, de la Palabra de Dios, de lo que Él ha dicho, y de esta manera tendremos éxito, pero esta no es una batalla de un momento, es de todos los días.

Josué 1:8: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.”

Si las cosas nos están saliendo mal, es porque no estamos pensando como Dios piensa, y actuando como Dios quiere. Debemos pensar en Dios y en lo que Él ha dicho en su Palabra, y todo nos saldrá bien. Invirtamos nuestras vidas pensando en lo que Dios piensa, y actuando como Él actúa. Dios nos dejó su Palabra, y así es como Él piensa; si queremos pensar como Dios piensa, debemos entonces hacer lo que la Biblia dice.

Isaías 55:7: “Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”

Dios a nosotros no solo nos exige un cambio de actitud, sino un cambio de pensamiento, porque finalmente el hombre hace lo que piensa. Si queremos saber lo que alguien piensa, entonces veamos sus hechos, porque el hombre no hace lo dice, hace lo que piensa. Las palabras pueden ser engañosas, pueden ser un pensamiento pasajero. No definamos a la gente por lo que dicen, sino por lo que hacen, pues las acciones son el resultado de un pensamiento, aplica para lo malo y para lo bueno.

Isaías 55:8-11: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos», dice Jehová. «Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. »Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié.”

Debemos alinear nuestros pensamientos a los de Dios, y cuando hacemos un canal de conectividad con lo que Dios es y piensa, sus pensamientos descienden como la lluvia desde lo cielos. La lluvia y la nieve caen al suelo, y no vuelven arriba, sino que traen como resultado que la tierra germine y produzca. Cuando nos alineamos a lo que Dios piensa, hay un proceso de germinación, productividad y crecimiento en nuestras vidas. Nuestra oración no termina cuando decimos amén, nuestras vidas deben continuar en una permanente comunión con Dios por medio de la meditación de la Palabra, lo que genera un razonamiento que posteriormente traerá un convencimiento, que genera una acción, que es lo que Dios desea que nosotros hagamos, y que es lo que hará prosperar nuestro camino, y que todo nos salga bien.

La Palabra de Dios es una semilla que entra en nosotros, y que por medio de ella se produce un proceso de germinación, crecimiento y fructificación, y es allí cuando vemos resultados en nuestras palabras, acciones y caminar, pero todo viene generado por nuestros pensamientos, los cuales generan una personalidad, profundidad y carácter espiritual en nosotros que nos permiten vivir una vida de libertad espiritual, sin entrar en una prohibición religiosa, sino en una vida abundante de fe en la que no forzamos nada, sino que es una actitud producto de un pensamiento constante en lo que Dios es, dice y piensa; esto funciona, potencia y afina nuestra oración, y trae resultados. Dios no solo le exigía al pueblo memorizar las Escrituras, sino también pensar en ellas.