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Pequeños en las manos de un Dios grande

(Domingo 09-08-2020)
Pastor Francisco Barrios

¿Has sentido alguna vez que perdiste todo? Tal vez perdiste tu matrimonio, negocios, hijos, salud, y sientes que ya no te queda nada, y no solamente en el área externa, sino en la interna sientes que estás vacío, sin talentos, capacidades, que no eres suficiente, que lo que hay dentro de ti es solo fracasos, errores, fallas y debilidades que te agobian, y te comparas con quienes sí han logrado algo, lo que hace que se aumente ese vacío, desesperación y decepción, pero hay algo más grave, creer que no calificas para Dios, que no eres lo suficientemente en lo espiritual para agradar a Dios y lograr que Él te oiga, pero no hay nada más falso que eso.

Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”

Dios quiere hacer descansar a aquellos que se sienten fracasados en su matrimonio, con sus hijos, en su salud, negocios, y que lo han intentado una y otra vez, y no han logrado levantarse. A quienes tienen grandes cargas de pecados, errores, fracasos y debilidades que les agobian, Jesús quiere ayudarles, y Él está hablando hoy porque quiere quitar las cargas que no les permiten descansar y avanzar. El problema radica en que en la vida del creyente hay un mito o fábula, y es la de creer que no calificamos para ser oídos, que nuestras oraciones no son suficiente para que el Padre pueda mirarnos. Dios llama precisamente es a los cansados y cargados, a quienes están desechados por la sociedad y se sienten fracasados, empobrecidos, así que nosotros calificamos para Dios.

Cuando Dios creó al arcángel Miguel y Gabriel, poderosos ángeles que tienen una jerarquía en el cielo, conocidos en la tierra y temidos por el infierno, también creó un ángel mayor que ellos llamado Luzbel, quien era el sello de la perfección de Dios, pero sucedió que ese ángel perfecto traicionó a Dios, la grandeza que se le dio, elevó su corazón al orgullo, por lo que se convirtió en un ángel caído y oscuro.

Dios creó al primer hombre a su imagen y semejanza (Génesis 1:26) y lo llamó Adán, era perfecto, y lo colocó en el Edén, es decir, en un paraíso (Génesis 2:8), y este hombre en el mundo perfecto traicionó a Dios y le falló; por lo que, de dónde hemos sacado que lo perfecto es lo que a Dios le agrada, pues, ellos siempre le han fallado a Dios, por eso Pablo dice que lo vil y menospreciado lo escoge Dios para avergonzar a lo que es (1 Corintios 1:27-28), porque Dios no está buscando perfectos, sino rendidos, Él está llamando a aquellos que se sienten llenos de imperfecciones, debilidades, cargas, fracasos, porque con ellos quiere hacer una obra preciosa, algo glorioso, debido a que nunca se van a elevar al orgullo, porque saben de dónde han sido sacados.

Alguien lleno de fracasos, si se coloca en las manos de nuestro Dios grande, puede vencer a alguien que se crea perfecto. Una de las características de Dios en cuánto a la relación con nosotros, es que el lo da todo, el 100% sobre nosotros, y nosotros casi nada, pero Dios no coloca su todo, si nosotros no colocamos nuestro casi nada. Débil y sin fuerzas, si nos colocamos en las manos de un Dios grande, saldremos del lugar en el que estamos y alcanzaremos grandeza, pero está en nosotros la decisión de colocarnos en las manos de un Dios grande, de seguir creyendo en esperanza contra esperanza, porque Dios no nos va a defraudar.

Dice la Biblia que en el principio la Tierra estaba desordenada y vacía, y Él se paró desde nada y dijo: “sea la luz, y fue la luz” (Génesis 1:1-3), Él es especialista en construir desde la nada, cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre (1 Corintios 2:9). Si colocamos nuestras debilidades en las manos de nuestro Dios grande, Él no nos va a defraudar ni a decepcionar. Muchas veces el lugar de partida de Dios en nuestras vidas, es desde la nada, Él no puede partir para hacer un milagro en nuestras vidas, desde nuestro éxito, porque mientras tengamos fuerzas y capacidades, muchas veces no recurrimos a Dios.

Jesús es un ejemplo de alguien que no tiene casi nada, pero que colocó lo que tenía en las manos de un Dios grande; nació en una familia de bajos recursos, en una ciudad poco conocida, de mala reputación, parecía que todos lo que habían salido de allí no eran buenas personas (Juan 1:46), así que Jesús no tenía buena reputación ni padres famosos. Dios no se la colocó fácil, pero Él desde la nada construyó un Nombre que es sobretodo nombre, conquistó las llaves de la muerte y del infierno, una corona de oro, y cómo lo hizo, colocando su casi nada en las manos de un Dios grande, confió en lo que el Padre le comisionó hasta su último suspiro en este cuerpo de carne.

Dios va a hacer con nosotros algo extraordinario si colocamos nuestro casi nada en las manos de un Dios grande. Detrás de cada tormenta, dolor y lágrimas hay grandes bendiciones que le siguen; la sonrisa más bella es la que más ha sufrido, el que vuela más alto, es el que antes anduvo arrastrándose por el suelo, porque antes de ser bosque, seremos desierto, antes de que podamos conseguir nuestro destino, propósito y llamado, nos sentiremos perdidos, y antes de ser grandes, seremos pequeños, porque cuando estamos en esa condición y nos colocamos en las manos de un Dios grande, es cuando alcanzamos la grandeza y lo que Dios quiere darnos. ¡Confiemos en Dios, Él no nos va a defraudar! No podemos cambiar el pasado, pero podemos hacer mucho para transformar lo que viene colocándonos en las manos de un Dios grande.

2 Reyes 4:1-7: “Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.”

La decisión de colocarnos en las manos de Dios, es ese casi nada que Él nos pide para hacer algo grande en nosotros. El diablo puede quitarnos muchas cosas afuera, pero jamás podrá quitarnos nuestra fe y confianza. Dios tiene algo para nosotros que no se lo ha dado a otros, y lo que va a hacer con nosotros es más grande que lo que pueda tener nuestro vecino. No importa lo que hemos perdido y cómo nos sintamos, si nos colocamos en las manos de Dios, Él hará con nosotros algo extraordinario, así que dejemos de estar viendo lo que tienen otros, porque muchas veces por estar enfocados en lo que tiene nuestro vecino, no vemos lo que tenemos en nuestras manos. En nosotros hay algo, puede que sea pequeño e insignificante, pero si lo colocamos en las manos de Dios, Él lo hará grande. Cuando Dios hace algo, lo hace de sobremanera grande, Él quiere darnos para que salgamos de las deudas, pero también para que el resto de nuestras vidas vivamos tranquilos, pero es necesaria la fe.

Puede que lo hayamos perdido todo, que nos hayan roto el corazón, que hayamos perdido la salud, pero todavía queda en nosotros un poco de aceite, que si es colocado en las manos de Dios, lograremos superar las enfermedades y deudas, y podremos vivir de ahora en adelante de milagros en milagros.

2 Reyes 5:1-3: “Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.”

Si hemos perdido algo, todavía hay algo que podemos dar, si hay un poco de fe en nosotros, preparémonos, porque vamos a ver un poderoso milagro en nuestras vidas ¡Pongamos nuestra pequeñez en las manos de un Dios grande porque Él no nos va a defraudar!