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Persiguiendo lo Imposible
(Domingo 08-11-2020)
Pastor Javier Bertucci
Nadie puede llegar a pensar que la salvación está suscrita a un pequeño grupo de personas. Hay quienes se creen dueños o propietarios de la salvación, pero la realidad es que ella solo puede ser dada por Jesucristo; dice la Biblia: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12), de manera que, el nombre de Jesucristo es el único capaz de salvar a la raza humana. Por consiguiente, la base de la salvación es la predicación de su Nombre.
Reino significa “la influencia de ese rey”, y ese reino llegará hasta donde su influencia abarque; así que, el Reino de Dios no tiene que ver con sectores o territorios, tiene que ver con influencia. Como cristianos hemos sido ineficientes para establecer el Reino de Dios en la Tierra, según la oración modelo que habla Mateo 6:10, dice: “Que venga tu Reino”, habla de una influencia tan fuerte, pero nos hemos escondido en lugares. La Iglesia es la gente, así que el templo no es la Iglesia, en el Nuevo Pacto el templo somos cada uno de nosotros, la Escritura declara que “somos templo y morada del Espíritu Santo” (1 Corintios 3:16), y Dios dice: “Ya no habitaré en casa hecha en manos de hombres” (Hechos 7:14), y no es que los templos dejen de ser importantes, son lugares en los que recibimos formación y visión, pero es para ejecutarla, no podemos seguir girando alrededor de paragidmas que hay que romper, tenemos que empezar a ver más allá de nuestras necesidades básicas.
Si seguimos manejándonos en la línea de las cosas posibles, no vivimos por fe, sino por sentido común, y el justo por su fe vivirá (Romanos 1:17); si el justo vive por sentido común, no está viviendo de forma correcta, y cuando no vivimos de forma correcta, vivimos con muchas limitaciones, pero viviendo de la forma correcta, veremos la mano de Dios moviéndose a favor de nosotros. La Iglesia y el creyente no deben estar persiguiendo lo posible, sino lo imposible, debe haber una decisión en nosotros de dejar de estar persiguiendo lo posible. Perseguir lo imposible no es fácil, porque hay que luchar contra muchas cosas, pero lo posible es sentido común, y todos en el mundo viven para eso. Una vida por fe, es una vida emocionante, no es una recta larga, sino que tiene curvas peligrosas, así como subidas y bajadas, y en ellas no hay espacio para la queja; las bajadas no son para quejarse, sino para tomar impulso, y subir otra vez, así vivimos los justos. Toda persona que pierde el dinámismo de la visión de vida, empieza a convertirse en acaparador y manipulador.
El Reino de Dios no quiere mirar hacia atrás, se extiende a lo que está adelante, por esa razón Pablo decía: “prosigo al blanco, al supremo llamamiento” (Filipenses 3:14), no estaba estancado en el pasado; no podemos seguir anclados en lo que fuimos, sino a dónde vamos, y en lo que seremos, esa es una vida de fe, debemos estar persuadidos de que tenemos que perseguir lo imposible. El futuro que deseamos es tan bueno, que nos va a hacer olvidar el buen pasado; la Biblia dice que la mujer sufre dolores de parto, pero cuando ella da a luz, se olvida de lo que sufrió, por la alegría de ver el resultado de su sufrimiento (Juan 16:21). Debemos creer, hay que dejar de esperar lo peor, “es pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Lo posible está en las manos nuestras, pero lo imposible en las de Dios, ¡persigamos lo imposible!
Mateo 19:26: “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”.
La fe no es una forma de pensar, es espíritu, y como es espíritu, debe manejarse en esa línea. Jesús deja claro que los hombres tienen limitaciones, es decir, que sin Él hay cosas que son imposibles. Todo lo que hacemos en lo natural, quedará sin frutos, o al menos con poco, pero cuando empezamos a caminar en lo sobrenatural, tendremos que primero llegar a Dios, porque para Él todo es posible.
Marcos 9:23: “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.
Marcos 11:23: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
Los límites los colocamos nosotros. Lo que vemos y oímos, desafía lo que queremos; lo visible, desafía lo invisible, ahora bien, nuestro milagro está en el plano de lo invisible, en el plano de la fe. Lo que hoy no vemos, no quiere decir que no exista, quiere decir que viene de camino, y que pronto lo veremos, eso es fe. Quien vive en incredulidad, vive en miedo constante, pero quien vive en fe, vive en confianza permanente, como león en la pradera.
Marcos 9:24: “E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”.
Quien hoy pasa por la angustia de creer, mañana llegará a la alegría del milagro. En este camino de perseguir lo imposible debemos caminar todos; si algo no le gusta a Dios, es personas que se acostumbran a lo posible, y que dejan de perseguir lo imposible. Gente que está en la presencia de Dios sabe y cree que vienen días de gloria, porque Dios lo ha dicho.
1 Samuel 17: 4,8,12,16,20-51: “Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días. Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel?Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere. Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar? Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes. Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
Los problemas van a ser del tamaño que nosotros los veamos. Nadie lucha y se queda sin recompensa. No podemos pelear de acuerdo a cómo otros nos dicen, debemos hacerlo de acuerdo a nosotros sabemos hacerlo, porque al final del día, quienes vamos a pelear somos nosotros, peleemos nuestro milagro a la manera que Dios nos dirija. Alguien que persigue lo imposible, no habla como un tonto, tiene un lenguaje que los demonios y el Cielo oyen, porque de la abundancia del corazón, habla la boca (Lucas 6:45), y como dice la Palabra: “Por lo que creí, también hablé” (2 Corintios 4:13), nuestro hablar debe estar conectado con nuestro creer. Lo más peligroso para la fe, es la mente, dice la Biblia “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9); el gran problema de los que quieren creer, es que quieren entender, si queremos entender vayamos a Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”; si la mente no se alinea a lo que se cree, es saboteadora de nuestra fe, así que a la primera que debemos convencer es a nuestra mente, porque ella es el principal obstáculo para nuestro milagro.
Romanos 14:5: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente”.
Cuando creemos, confesamos, y usamos nuestro corazón. Debemos convercernos a nosotros mismos de que lo que vamos a hacer, tendrá una gran victoria.
Mateo 14: 27-31: Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Pedro no entendió, solo creyó, pero al ver la altura de las olas, empezó a hundirse, perdió su visión de Jesús y se enfocó en el problema; porque cuando perdemos la visión de la grandeza de nuestro Dios, nos enfocamos en la pequeñez del problema, y cuando esto pasa, nos hundimos en la adversidad, pero si nos enfocamos en Jesús, vamos a caminar sobre el problema. Si nos desenfocamos por un momento de Jesús, volvamos a verlo, porque Él nos tomará de la mano, nos levantará y volverá a restituir nuestra victoria sobre los problemas.
Lucas 1:18-20: “Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.
La autoridad para hablar buenas noticias y comunicar que vienen días de gloria, viene no de oír frases negativas en las redes sociales, o de las circunstancias, o del sistema, sino de estar en la presencia de Dios.