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Razones para entrar en ayuno y oración

(Martes 15-09-2020)

Pastor Yobany Blanco

Isaías 58:6,8: “El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia.”

Cuando enfrentamos situaciones espirituales como las que está viviendo el mundo hoy en día, y los ataques que hay contra la Iglesia, no podemos buscar menos a Dios con todas las armas y herramientas que el Él nos ha entregado para romper ligaduras de impiedad. Hay tantas cosas que el enemigo está trayendo y mucha gente que está siendo influenciada por este mundo de maldad, pero dice la Palabra que cuando hacemos un ayuno correcto, cuando apartamos un tiempo para buscar a Dios, empezamos a ver como una luz amanece sobre nuestra vida. Hay una gran promesa para los que se determinan a buscar a Dios en ayuno y oración.

Cuando ayunamos y buscamos a Dios de la forma correcta, nuestro corazón se alinea a la voluntad de Dios, empezamos a oír sus planes, y no nos desviamos de lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, y hay una promesa mayor, es que Dios nos va a proteger, porque el ayuno trae sobre nosotros protección, porque la gloria de Dios será nuestra retaguardia; no hay manera de que el enemigo encuentre una forma de hacernos daño cuando nos refugiamos y escodemos en Dios. Ha llegado un tiempo en el que no podemos dejar de lado una estrategia y arma tan importante, como lo es el buscar a Dios y apartarnos en ayuno y oración.

Nuestro Señor Jesucristo antes de comenzar su ministerio, fue guiado por el Espíritu al desierto para ayunar 40 días y 40 noches (Lucas 4), tuvo un tiempo en el que se apartó para Dios, para buscarlo en ayuno y oración, para de esta manera confrontar las tentaciones que traería Satanás a su ministerio, para depender de Dios, y no de su fuerza. En tiempos como los que vivimos, tendemos a prestar mayor atención a lo que nosotros podemos hacer, pero dice la Biblia que “si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmo 127:1). Necesitamos apelar al favor de Dios y Jesús lo sabía, por eso se tomó su tiempo para ayunar, buscar a Dios y fortalecerse en la Palabra. De qué sirve tener afuera todas las cosas, pero espiritualmente estar débiles, debemos reconocer que necesitamos fortalecernos espiritualmente, y que el ayuno es una herramienta poderosa para robustecer nuestro hombre interior, para acercarnos a Dios, oír su Palabra, tener revelación del Espíritu Santo, para conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas, y qué quiere hacer Dios en las naciones de la tierra.

Cómo ayudar a otros cuando no tenemos la fortaleza para hacerlo. Hay ataques y maldiciones que no pueden ser vencidos sino le sumamos a nuestra oración ayuno, Jesús sabía esto, y aun siendo el hijo de Dios en la tierra, empezó a añadirle esta estrategia espiritual a su vida íntima con el Padre. Jesús para enfrentar las tentaciones que le vendrían, fue entrenado por el Espíritu Santo, porque nuestro carácter se gesta y consolida en los tiempos de búsqueda con Dios, en esos tiempos largos de ayuno y oración, allí fue donde el Espíritu Santo empezó a entrenar a Jesús para enfrentar al enemigo y poder derrotarlo.

Hay un plan de Dios para nuestras vidas, y lo descubrimos cuando estamos atentos en nuestra oración a buscar la voz de Dios. Es interesante que Jesús, allí en el desierto, por el Espíritu Santo es fortalecido por la Palabra como su sustento, es allí donde está ese poderoso verso que dice “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4), y así, con la Palabra de Dios, fue que Jesús pudo confrontar las mentiras de Satanás. Las mentiras del enemigo en nuestra vida van a ser derrotadas cuando nosotros, en un tiempo de separación con Dios, empecemos a oír que los planes de Dios son mayores, y que Dios le va a entregar la victoria a su Iglesia.

El ayuno es más que una separación de la práctica de comer, es tiempo para la intimidad con Dios, para conocerlo, para oír su voz, para depender de Él, y así fortalecernos espiritualmente, para que se rompan todas las ataduras internas, para que luego de recibir esa unción que viene del Espíritu Santo, podamos ayudar a los cautivos.

La carne y el alma se quieren levantar contra la voluntad de Dios en nuestra vida, por eso debemos entrar en ayuno y oración, porque solo con ellos, sumados a la revelación de la Palabra de Dios, van a educar nuestro cuerpo y alma para que se rindan a la voluntad de nuestro espíritu y para que obedezcan a los planes que Dios tiene para nosotros. Jesús dijo que “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41), nuestra alma no quiere transitar el camino de la cruz, de la negación del yo, siempre quiere hacer lo que a ella le parece, pero cuando la llevamos a una obediencia, a buscar a Dios, empieza a ser entrenada y formada, es llevada cautiva a la obediencia a Cristo, y a sus planes. En el ayuno se nos revela el plan perfecto que Dios tiene para nosotros.

El ayuno nos ayuda a colocar todo nuestro ser bajo el control total del Espíritu Santo para que se rompa ese aferramiento a lo personal, a lo natural, porque como hombres nos afanamos en buscar estas cosas, y cuando nos alejamos de las prácticas espirituales, empezamos a sentir mucha atracción por lo del mundo, y dejamos de ser efectivos en nuestra vida espiritual. El ayuno rompe al apego de lo natural, y nos damos cuenta que debemos buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas serán añadidas (Salmo 37:4). En ayuno, nuestro cuerpo y alma son llevadas a sumisión, para descubrir el propósito espiritual más profundo que Dios tiene para nosotros. El ayuno y la oración nos ayudan a tratar con el ego, con el yo, con el gran enemigo de nuestras vidas que nos lleva a estar en una desobediencia a los planes de Dios.

El ayuno no es para alcanzar la salvación y la redención, o los favores de Dios, para esto el sacrifico de Jesús y la fe en Él es suficiente, no es usarlo como obras de justicia para mover a Dios, no se trata de eso, porque no podemos cambiar la voluntad de Dios o manipularla a nuestro antojo, todo lo contrario, se trata es de vencer desobediencias ocultas dentro de nosotros, orgullos, soberbia, fortalezas que se oponen a la dirección de Dios en nosotros. Por medio del ayuno se activa la gracia de Dios en las áreas que tenemos necesidad, debemos presentar peticiones cuando vamos al ayuno, porque Dios tiene cuidado de nosotros, y Él las va a escuchar.

El ayuno y la oración sacan a la luz los pecados escondidos que no nos dejan avanzar en nuestra vida espiritual. Detrás de todo estancamiento espiritual, hay espíritus asignados y pecados escondidos que no han sido confesados, y de los cuales no ha habido arrepentimiento, pero cuando buscamos a Dios en ayuno, lo primero que va tratar Dios, es rompimiento de ataduras que están arraigadas y escondidas.

Cuando la Iglesia de Dios le busca en ayuno y oración, hay verdadero arrepentimiento, el Espíritu Santo santifica todo nuestro ser, y aumenta nuestra pasión y deseo por Jesús. ¡Tomémonos un tiempo con Dios! Muchas veces, sin darnos cuenta, dejamos a Dios en un segundo y tercer plano, pero cuando ayunamos, regresamos al propósito más grande de nuestras vidas. Por medio del ayuno se activa un mayor nivel de revelación de la Palabra de Dios, y una percepción más clara de los tiempos en que vivimos, de lo que está aconteciendo, de cómo Dios está trabajando en el mundo, y sobre todo, de los acontecimientos por venir. Un solo hombre que busque a Dios en ayuno y oración, le puede salvar la vida a una nación.

Daniel 10:1-3: “En el tercer año de Ciro, rey de Persia, fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar. La palabra era verdadera y el conflicto grande, pero él comprendió la palabra y tuvo inteligencia en la visión. En aquellos días yo, Daniel, estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con perfume, hasta que se cumplieron las tres semanas.”

Ayunar, nos ayuda a recibir una respuesta específica en un momento determinado. Satanás todos los días conspira contra nuestra prosperidad, paz y familias, por eso no debemos ignorar sus maquinaciones (2 Corintios 2:11). Quienes están alertas, velando en oración y ayuno, el Espíritu de Dios los protege del maligno y les hace ver por dónde viene la prueba. En medio de un ayuno se nos da una unción que fue la que recibió Jesús cuando salió del desierto (Lucas 4:14).

Salmo 37:4-6: “Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía.

Cuando salimos de un ayuno, de hacerlo de manera correcta, nuestra casa, hogar e Iglesia, se llenan de una presencia sobrenatural, la cual trae paz, gozo y liberación, pero que también activa milagros. ¡Búsquennos a Dios en ayuno, y en ese tiempo activemos la adoración y la alabanza!