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Requisitos para un milagro
Pastor Francisco Barrios
Martes 12-04-2022
La Iglesia ha establecido requisitos o requerimientos muy altos para que la gente acceda a los milagros, haciendo creer a las personas que necesitan ser más santos, leer más la Biblia y orar mucho más tiempo para recibir un milagro; sin embargo, para Jesús el conceder un milagro es algo accesible, siendo un requisito indispensable la fe.
La mujer del flujo de sangre (Lucas 8:43-48), el ladrón crucificado (Lucas 23: 40-43), Bartimeo el ciego (Marcos 10:46-52) y el paralítico de Betesda (Juan 5:1-9), todos ellos recibieron un milagro y ninguno debió cumplir con algún requisito, solamente entregaron un poco de fe y la gracia hizo el resto. Muchas veces, colocamos los milagros como algo inalcanzable, pero lo único que alguien necesita es un poco de fe.
La fe es tener una buena imagen de Dios, conocer que tenemos a un Jesús de los grandes milagros, de la bondad inmensa y la gracia inagotable, ese es nuestro Dios.
La culpa es una herramienta que el enemigo va a usar para convencernos de que no somos dignos de recibir nada del Padre, pero no podemos dejar que ningún pecado nos aleje de Dios y de la posibilidad de alcanzar un milagro. Ante la culpa, debemos correr a la cruz para recibir redención y reconciliación.
Mateo 17:19- 20: “¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.”
Juan 21:3-8: “Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.”
Muchos cristianos al sentirse incapaces de recibir un milagro, por sus defectos y errores, prefieren huir como el apóstol Pedro, quien al darse cuenta de que había negado a Jesús, prefirió regresar a su antigua vida de pescador. Aun en medio de cualquier condenación, Jesús nunca dejará que nos alejemos de Él, su amor siempre saldrá a nuestra búsqueda cuando necesitemos ser levantados. Jesús salió a la búsqueda de Pedro para restaurarlo, y cuando lo encontró, Pedro nunca volvió a ser igual; siempre que nos topemos con el amor reconciliador de Jesús, no podremos volver a lo que antes éramos.
Salmos 34:1-5: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre. Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias.”
David sintió el miedo, en muchas ocasiones, de que su pecado lo alejara de Dios, pero nos recuerda que siempre podremos clamar al Padre y que Él nos va a oír. Ante cualquier condenación tenemos que recordar que Jesús es bueno, que Él solamente nos pide un poco de fe para darnos el milagro que tanto deseamos. Que los defectos no nos alejen de Dios, acerquémonos a Él y veremos cómo somos perfeccionados y librados de toda angustia.