Project Description

Servicio de Oración

(Martes 20-10-2020)

Pastor Francisco Barrios y Valeria Bertucci

Isaías 53:5: “Mas él herido fue por nuestra rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

 Salmo 103:3: “Él es quien perdona todas nuestra iniquidades, el que sana todas nuestras dolencias.”

 Jeremías 33:6: “He aquí yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.”

 Éxodo 23:25: “Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas, y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.”

 Mateo 18:19: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi padre que está en los cielos.”

Si nos ponemos de acuerdo con el miedo y con el diagnóstico médico para creer en ellos, eso nos vendrá, pero si nos ponemos de acuerdo con Dios, con su palabra y con otros hermanos para orar, lo que pidamos nos será hecho. Así que, no hagamos acuerdo con el miedo ni con el diagnóstico médico, creámosle a Dios por lo imposible y por lo invisible, porque la fe tiene el poder de mover montañas, de sanar enfermos y de anular cualquier diagnóstico negativo.

Valeria Bertucci

Es muy difícil enterarse de que se tiene algo muy grave. Recuerdo que llegaba a Venezuela de un viaje con mi familia, y me sentía muy mal, estaba muy pálida y no tenía ganas de salir, pero no decía nada. Al regresar a la escuela todos se asombraban de mí por el color que tenía, me enviaron a casa, y luego de esto me hicieron exámenes de sangre, y al ser obtenidos los resultados, me llevaron de emergencia a la clínica, y me hospitalizaron, no entendía lo que estaba pasando, algunos decían que era dengue; me realizaron una punción lumbar, un examen por medio de cual extraen un líquido de la médula para evaluarla y sacar un diagnóstico, la primera vez que me lo realizaron, no había anestesiólogo, lo que me ocasionó un dolor muy fuerte. Llegaron los resultados, y arrojaron que tenía leucemia mieloide aguda con un 96% de células malignas.

A la semana me empezaron a colocar quimioterapias, y la enfermera me dijo: “que extraño que no se te ha caído el cabello, ya deberías estar calva, porque tú tienes cáncer”, para mí fue devastador, pensé, “estoy muy joven, por qué tengo esto, no entiendo, yo me alimento bien”; además, la forma por medio de la cual me enteré de la enfermedad que estaba atravesando, fue muy dura. Después de eso la doctora me dijo: “Sí, tienes cáncer, tu médula no está produciendo suficientes glóbulos blancos”, no entendía lo que me estaba diciendo, y luego me explicó de una forma más entendible, y me dijo: “los glóbulos blancos son angelitos que pelean por ti, que están allí para cuidarte, y las células malignas son como los diablitos, quienes están allí para arruinarte, para hacerte tropezar, y hay muchos de ellos en tu cuerpo; y tu médula no está produciendo suficientes angelitos”.

En el momento que entendí lo que tenía, supe que debía tomar una decisión, o creer que hasta allí llegaba, o que Dios tenía el poder de hacer que mi médula produjera los angelitos que necesitaba para combatir las células malignas, fue allí donde entendí, ¡tengo que creer!, esto es lo que me han enseñado, hacer lo contrario iría en contra de mi ideología. La doctora se sorprendió de mi actitud, porque decidí levantarme, y en medio de un duro momento cantar una canción que dice: “En el cielo no hay hospital”, decidí tomar esa mala noticia con la mejor actitud, con fe, y así fue durante todo el proceso.

Durante todo el proceso que atravesé, no solo fue el cáncer, sino otros virus que estaban en el ambiente que tocaron mí cuerpo, tuve que aprender nuevamente a caminar, sufrí de un accidente, pero me impresiona mucho cómo Dios me respaldó, cómo Él estuvo conmigo, cómo me hizo mantener la calma a pesar de todo lo que sucedía. Luego de un ciclo de quimioterapias, el examen arrojó que tenía un 0% de células malignas, lo que los médicos no entendían, de hecho, la doctora, quien era atea, que creía solo en la ciencia, tuvo que reconocer que fue Dios quien intervino y metió su mano. Mi papá fue quien me dio la noticia de que ya no tenía células malignas en mi cuerpo, lo que generó en mí tanta paz, y a pesar de que seguía con mi tratamiento, y que fueron cinco ciclos de quimioterapias que recibí, estaba tranquila, confiada en lo que Dios podía hacer.

Antes de que me dieran el examen que arrojaba que tenía 0% de células malignas, estaba acostada en mi cama, escuchando música, con un brazo extendido porque tenía puesta la vía, sentí que alguien me agarró la mano, pero fue tan físico, que abrí los ojos, porque pensé que era mi madre, pero no era ella, vuelvo a cerrar los ojos, y vuelvo a sentir que me toman la mano, pero esta vez no abrí los ojos, y sentí una voz dentro de mí que me dijo: “No tengas miedo, yo tengo todo bajo control”, eso me llenó de paz, Dios me recordó que estaba conmigo, que no tenía que hacer más nada que creer y tener fe.

Luego de algunas semanas me dieron un nuevo examen que arrojaba un 0% de células malignas en mí, lo recuerdo como si hubiese sido ayer, y fue una nueva confirmación de que Dios es real, y que tiene todo bajo control, por eso hoy les puedo decir con una gran certeza de que confíen, que tengan fe en el amor que Dios tiene por nosotros que es perfecto, y que hecha fuera el temor, porque Dios es un Padre, y un padre no deja morir a sus hijos; en el momento en que entendemos esto, sabremos que Él no va a dejar que nada malo nos acontezca, por lo que nuestro corazón y cuerpo se alivian. El ánimo del hombre soporta la enfermedad (Proverbios 18:14), la decisión que tomamos al inicio del proceso, es la que va a determinar el curso y el fin del mismo, así que si enfrentamos un momento duro, nuestra postura debe ser, sé que Dios me puede sacar de esto, tengo fe en lo que Él puede hacer conmigo, y lo va a hacer.

En medio del proceso vamos a sentir angustia, tuve momentos en los que me obligaba a ser feliz, porque tenía que hacerlo, demostrar que estaba confiando. Vamos a tener miedo en medio del proceso e incluso después que hayamos sido sanos, pero es allí cuando debemos seguir creyendo en la palabra de Dios. Recuerdo que mi mamá tuvo un sueño en el que estábamos juntas conversando en la cama, y hablando de lo grande que es Dios, y de repente vemos por debajo de la puerta de la habitación una luz que se acercaba, gateamos hacia la puerta, y observamos cómo unos pies descalzos caminaron y se colocaron en frente de la puerta, dije: ¡Es Jesús!, y esos pies traspasaron la puerta y se colocaron justo debajo del mentón de mi mamá, y lo único que dejó ver fue dos grandes heridas abiertas; mi mamá se despierta del dueño, y se lo cuenta a mi papá, y él le recuerda, “por sus heridas hemos sido curados” (Isaías 53:5), eso fue una confirmación de que ya estaba sana, y que no tenía que preocuparme, así que el miedo se fue, y hoy puedo decir que no tengo miedo, que tengo paz, porque sé que estoy totalmente sana.

Pastor Francisco Barrios

Si hay alguna enfermedad asediando a nuestras vidas, creamos por nuestro milagro, porque está a la puerta, solo debemos apropiarnos de él y creerlo. Hay milagros instantáneos, pero otros que hay que pelearlos día tras día, y si el milagro por el que estamos creyendo no es instantáneo, sigamos creyendo, y la enfermedad irá retrocediendo. ¡Dios puede hacerlo y veremos su gloria!