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Somos favorecidos con la gracia de Dios cuando miramos a Jesús
Pastor Francisco Barrios
Domingo 13-03-2022
Hebreos 1:1-4: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”
El apóstol Pablo escribe esta carta a la iglesia de los hebreos porque estaban mezclando Ley con gracia. En toda esta carta, Pablo asegura que Jesús es mayor que cualquier profeta, ángel o sacerdote, y aclara que ahora Él es el mediador de un mejor pacto. El problema con la Ley es que te enfoca en tus propias acciones, en vez del amor de Dios.
Gálatas 5:4: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”
La Biblia nos enseña que aquellos que buscan justificarse por medio de sus acciones, se alejan de la gracia. La más grande herramienta del diablo contra los creyentes es el legalismo, y este espíritu puede matar el propósito de Dios en nosotros. No podemos confundirnos con lo que busca el corazón del Padre, que es una relación de intimidad. Para poseer acciones y actitudes que correspondan a nuestra fe, debemos desarrollar primeramente una relación con Dios; es imposible tener acciones correspondientes sin una relación, porque sería hipocresía.
Las personas son el objetivo del amor de Dios, pero el legalismo nos impide disfrutar de ese amor. Podemos leer historias como la de David, un rey que aun en medio de sus pecados corría a los brazos de Dios, porque sabía que en Él hay oportuno socorro. Jesús pagó un gran precio para que seamos libres de acceder a su gracia, y hombres como David, son ejemplo de cómo Dios entrega su favor y bondad, sin ser merecidos.
Lucas 1:28-30,42,45: “Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.”
Somos bienaventurados cuando creemos que Dios nos ha dado gracia. Una vez que la Iglesia entienda que todos somos favorecidos por la gracia, empezará a experimentar grandes milagros. A María le costó creer que ella era una mujer favorecida y amada por Dios, pero una vez que creyó lo que el ángel le decía, un milagro se gestó en su vientre. Si decidimos quitarnos las ataduras de la religión y la Ley, descubriremos a un Padre dispuesto a darnos una gracia inagotable.
La gracia que se nos ofrece es mayor que todo decreto, condenación y acusación sobre nuestra vida. No se nos exige ningún requisito para poder disfrutar de la bondad de Dios. Mantengamos siempre la perspectiva de un Dios de gracia y amor inagotables; descansemos en su bondad y favor, sabiendo que Él nunca nos abandonará.
Bienaventurados son todos a los que se les revela la gracia que está sobre ellos.