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Soñadores de un país

Pastor Javier Bertucci

Domingo 14-03-2021

Génesis 37:3-4: “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”.

Lo que más le teme satanás es a un creyente que sueña y visiona algo mejor para el mañana, que se atreve a visualizar orando un milagro e intervenciones de Dios para su familia y país, porque es una persona que se mueve hacia el futuro.

Ninguna especie de la Tierra tiene el poder de imaginar, soñar y visionar el futuro, solo aquella que fue hecha a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27); solo el ser humano puede tener fe. La imaginación es la consecuencia de creer algo que no se ve.

Hebreos 11:3: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”

La Biblia nos aclara que nuestro Dios puede hacer más abundantemente de lo que imaginamos (Efesios 3:20), eso habla de una conexión, para que no haya un divorcio entre lo que pedimos e imaginamos. Nuestra petición genera una imaginación, debemos entender esta dinámica.

José tenía dos cosas que envidiaban sus hermanos, una era la gracia para con su padre, y un sueño para el futuro. Todo aquel que tiene visión y sueña con un futuro, ve las cosas diferentes, porque el pesimismo termina por dañar el corazón. Los hermanos de José lo envidiaban porque no tenían una visión de futuro.

Dios siempre va en progresión, dice la Biblia que: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18); en este sentido, tenemos que ser insistentes en hablar y esperar el sueño, en esperar lo mejor para nuestro país, tenemos el derecho de hacerlo porque vivimos en él. Y ese sueño de un país mejor, nace de un corazón lleno de fe y esperanza, que cree y confía que Dios hará un milagro.

La característica de nosotros los creyentes en Dios, es que a pesar de este mal momento que vivimos, creemos que vienen días de gloria, y Dios va a escuchar nuestro clamor y a honrar nuestro sueño.

No puede haber en nosotros una fuente de agua dulce y salada (Santiago 3:11), con nuestra boca no podemos bendecir y maldecir. Decidamos ser personas que bendigan con sus palabras.

Hoy hay familias divididas, piensan que con odio podrán tener un futuro, pero no es así, no se combaten las tinieblas con tinieblas. Si queremos fe y futuro, tenemos que creer, pero no caigamos en el hueco de las tinieblas.

Génesis 37:11: “Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto”.

Génesis 37:27: “Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él”.

José no envidió a sus hermanos, se enfocó en cumplir el sueño que tenía, aunque sus hermanos le desearon que le fuera mal. El peor error es llegar a pensar que si le va mal al soñador, se destruye su sueño, pero no es así, porque él se abrirá brecha y avanzará hacia un futuro; y finalmente, quien odió, dependerá del que soñó.

Con ese odio llevaron a José a un lugar hostil, una cisterna, pero él sabía que ese lugar era temporal. Luego fue vendido como esclavo a los amalecitas. Pero, lo que sufrimos hoy, es cambiado por el gozo de una victoria mañana. La cisterna y el ataque de odio, es temporal, es porque estamos avanzando hacia nuestro futuro. Ahora bien, ¿seremos personas que sueñan o que odian?

No nos llenemos de un deseo venganza por los que nos odian, guardemos nuestro corazón; tenemos la gracia de Dios sobre nosotros, así como estaba con José. Hay gente que lamentablemente han sido llenas de odio, pero no hay tiempo que perder con ellos, confiemos en Dios, porque a mayor persecución, mayor gloria.

El amor de Jesús fue mayor que el odio de la gente, por eso nuestro servicio debe ser para Dios de forma desinteresada. Jesús vino al mundo para hacer la voluntad del Padre y esa debe ser nuestra posición, seguir trabajando por un avivamiento y soñar con un mejor país.

Génesis 37:28: “Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”.

Hay cosas que en un momento no se entienden. José, con un sueño y una visión de Dios lo meten en una cisterna, lo venden como esclavo y fue apresado, pero a pesar de todo eso, tenía la gracia de Dios; por eso no importa el odio y la envidia que nos tengan, nada detendrá la promoción que Dios nos hará en su tiempo y a su forma.

Hay personas que en lo que tienen un respiro, se olvidan de los que estaban con ellos, pero el soñador es solidario siempre. El sueño no es del soñador, es de Dios, así que el soñador es labrado por el sueño, no al revés; avancemos, porque el sueño nos los exige y demanda. Mientras que unos trabajan para ellos, el soñador, quien no es altivo ni orgulloso, trabaja para el cumplimiento de un propósito mayor, que viene del corazón de Dios.

El sueño es exigente, nos va a formar el corazón. No nos va a gustar estar en la cisterna, en la cárcel y sufrir la traición de nuestros hermanos, pero en este punto, Dios ve nuestro corazón.

El soñador siempre pasa por etapas, la primera es la del anonimato, el lugar de la cárcel, la cisterna y el desprecio, tiempo en el que solo somos nosotros y el sueño de Dios.

La habilidad de esperar lo mejor para el mañana, de ver las cosas que no son como si fuesen, es la diferencia entre el soñador y el que ataca con odio y envidias.

La visión de Dios es exigente, no se le cumple a cualquiera, solo al que lucha de forma correcta, y eso habla de carácter. Preocupémonos porque Dios nos conozca en intimidad. Para que la visión de Dios crezca, debemos ensanchar nuestro corazón para amar lo que Dios ama. No le demos espacio al odio, permanezcamos firmes en el amor, la tolerancia, la esperanza y el perdón, en una dependencia absoluta a un Dios bueno y misericordioso.

La segunda etapa, es cuando somos vendidos, cuando pasamos el proceso del sufrimiento al oír los comentarios de los que nos menosprecian por envidia. En esta etapa debemos entender que el ataque no es personal, es contra el sueño, y si sabemos que el sueño no es nuestro, sino de Dios, entonces Él dará la respuesta.

La tercera etapa del soñador es la prueba del carácter, tiene que ver con traiciones y humillaciones, ante ellas podemos responder o callar y creer, que Dios a dicho: “Mía es la venganza, yo daré el pago” (Romanos 12:19). No nos llenemos de odio, la justicia de Dios es implacable y ella siempre llega.

Si confíamos en Dios en todos los aspectos de nuestra vida para que Él nos provea y salve, también debemos hacerlo sabiendo que nos hace justicia. Es allí dónde Dios, los ángeles, los demonios y la nube de testigos quieren ver cómo se comporta el soñador. Hay demonios esperando ver qué vamos a hacer, si odiamos o si callamos y ponemos nuestra confianza en Dios. Al final, la mayor justicia que Dios puede hacer con nuestro adversario, es que nuestra victoria se manifieste y que sea notoria ante sus ojos, que se cumpla el sueño de Dios para bendecir, incluso a los que atacan.

La cuarta etapa tiene que ver con el momento en el que no entendemos el plan de Dios. Pero, no busquemos explicaciones o culpables si no comprendemos, tampoco nos culpemos a nosotros mismos, ni busquemos respuestas dónde no las hay, sigamos orando, creyendo, ayunando, predicando el Evangelio y soñando por un mejor país. Somos simplemente vasos en las manos de Dios, somos sus instrumentos.

Génesis 41:14: “Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón”.

Génesis 41:36-40: “Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre. El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú”.

La quinta etapa del soñador, es la promoción y el cumplimiento del sueño de Dios, por el que tanto ora y cree. La diferencia de José no eran sus estudios, era que el Espíritu de Dios reposaba sobre él y le dio la estrategia para enfrentar una terrible crisis. Un día llegará esa promoción y estaremos en el lugar que Dios tiene preparado para los que le aman, estamos seguros que vienen días de gloria.

Génesis 45:7: “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación”.

Los hermanos de José, quienes lo atacaron y menospreciaron, luego se vieron en la necesidad de reconocer su promoción, y él no respondió de la misma manera, los bendijo, porque la promoción cumplida tiene que ser para un hombre que este por encima del odio.

La visión de Dios siempre es para bendecir a muchos, José sabía que Dios lo había enviado allí. El único que puede darnos una promoción es Dios y al que debemos quedarle bien, así que agrademos Su corazón, porque nuestro sueño va a bendecir a muchos. ¡Dios tiene planes para Venezuela y los va a cumplir!