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¡Tenemos un Dios grande!

(Domingo 01-03-2020)
Pastor Javier Bertucci

Tenemos un Dios grande, por eso lo predicamos, anunciamos, servimos y le amamos profundamente. Nuestro Dios es tan grande que no tiene límites de descripción, según la Biblia es Todopoderoso (Apocalipsis 1:8), no tiene ningún tipo de limitante en su poder; es omnisciente, todo lo sabe y lo conoce; es omnipresente, está en todo lugar al mismo tiempo, ese es nuestro Dios. Nuestro Dios no es cualquier Dios, servimos a un Dios resucitado y Todopoderoso. El problema o el diablo no tienen la última palabra, Jesús tiene la última palabra.

Apocalipsis 22:13: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último”.

En Venezuela la última palabra no la tiene un partido político o un grupo de gobierno, la última palabra la tiene Dios, Él es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y último. La enfermedad, la deuda, el conflicto o problema no tienen la última palabra, la última palabra la tiene nuestro Dios, y Él va a decir lo que va a pasar en este país, en nuestras vidas y familias.

Frente a nosotros tenemos un desafío para cosas nuevas, grandes y sobrenaturales, porque Dios no está mirando el tiempo natural para venir a desafiarnos con su grandeza, Él simplemente mira los tiempos espirituales.

No se puede tener a Dios como un concepto, se debe tener a Dios como una vida o como una experiencia diaria, no es justo que nosotros solamente tengamos una experiencia con Él de vez en cuando, tenemos el derecho de tener diariamente una experiencia con este gran Dios. Ese gran Dios no es solamente nuestro, sino también el de todos, y después que una persona lo hace su Dios, no hay nada ni nadie que pueda cambiar el concepto de Él, y aunque no entendamos lo que nos está sucediendo, nuestro conocimiento profundo de ese gran Dios no cambia. Lo que venga puede cambiar, pero nosotros no, seremos firmes y estables con el Dios de nuestra salvación.

Salmos 91:2: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré”.

David entendió que no importando lo que viniera o aconteciera, Dios era su esperanza y su castillo. No importa el problema que tengamos, cuando conocemos a ese gran Dios, el problema se hace pequeño; y cada vez que el problema viene no importa que tan grande se vea, jamás será más grande que nuestro Dios, ese fuerte Dios Todopoderoso no nos dejará y no nos desamparará.

Romanos 8:37: “Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

En Dios no solo somos vencedores, somos más que vencedores, por eso creemos y estamos convencidos de que algo grande viene de camino para cada uno de nosotros. ¡No esperemos nada pequeño de un Dios tan grande!

Romanos 8:37: “Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.

Si tenemos un Dios tan grande no podemos esperar nada pequeño de Él, tenemos que esperar grandes cosas de un Dios que ha dicho que es supremamente grande.

Jeremías 32:17: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti”.

No hay nada difícil para nuestro Dios, es por eso que debemos creer que podemos ser sanados y bendecidos de sobremanera por Él.

Éxodo 15:26: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”.

No tengamos miedo, tengamos fe. Ese Dios grande no dejará que nos hundamos; tal vez estamos hundidos en deudas o en problemas, pero hubo una persona en la Biblia que se hundió en el agua de sus problemas, enfermedades y conflictos familiares, y cuando se hundía sacó su mano del agua, y dijo: “Señor, ayúdame que me hundo en este mar de problemas”, y el Dios nuestro, quien es grande y poderoso, omnisciente y omnipresente, le socorrió. Nuestro Dios es tan tierno, que es capaz de acudir personalmente a tomarnos de la mano, y a sacarnos de los problemas y enfermedades, y ese mismo Dios hoy nos dice que va a sacarnos del conflicto por el cual podamos estar atravesando.

Romanos 4:17: “como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”.

No hay nada muerto que Dios no pueda resucitar. Nuestro Dios llama las cosas que no son como si fuesen, y hará con sus manos lo que prometió con su boca. ¡Vienen días mejores para nuestro país!

¿Cómo tener fe en medio de lo que está pasando? Cuando no nos dirige lo que está afuera, sino lo que creemos dentro de nosotros, porque cuando decidimos creer en ese gran Dios, no hay nada ni nadie que pueda derribarnos, hundirnos, desmotivarnos, vencernos, ni que dejemos de creer, sino que cada día esperamos, oramos, peleamos, confesamos y creemos.

Isaías 49:4-6: “Sin embargo, yo me dije: “He trabajado inútilmente; me he quedado sin fuerzas y no he logrado nada”. En realidad, lo que hago es gracias al poder de Dios, y ya él ha preparado mi recompensa. Dios me formó desde antes que naciera para que fuera yo su fiel servidor, y siempre estuviéramos unidos. Para Dios, yo valgo mucho; por eso él me fortalece» Dios le dijo a su fiel servidor: «Yo te he enviado para que reúnas a las tribus de Israel y las hagas volver a su patria. Aun esto es muy poco para ti. Por eso te pondré como una luz para las naciones, y haré que lleves la salvación hasta el último rincón del mundo»”.

Lo que nos impulsa y no entendemos qué es, no viene de nosotros, es un poder que hay dentro de nuestras vidas, es una manifestación más alta de los que somos, y más profunda de lo que entendemos. Dios tiene recompensa para nosotros y no solo será en lo material, sino en lo espiritual, como la lo es la paz en medio de problemas. ¡Todo el que predica a Jesús tiene recompensa! Fuimos escogidos antes de nacer para ser fieles servidores de Dios. Para Dios valemos mucho, así que cuando nuestra propia mente, o el espíritu de condenación venga, gritémosle: “Para Dios valgo mucho”, por esa razón Él nos fortalece.