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Viene un Nuevo Tiempo

Pastor Javier Bertucci,

13 de agosto de 2023.

 

Lucas 19:44:

“Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (RV 1960).

Hay una clara diferencia cuando el pueblo de Dios sabe escuchar la voz de Dios y creer en lo que ha dicho, ya que al confiar en lo que el Señor ha dicho, podrás recibir lo que Él ya ha preparado para ti.
No seas de los que esperan lo peor, ya que sería ejercer la fe a la inversa, sé de los que conociendo a Dios sabe que los mejores días están por suceder; no te dejes convencer por otros que lo que ha de ocurrir será malo, ten la certeza de que lo que Dios ha dicho lo cumplirá.

El día malo va a venir, pues nadie está exento de ello, ni siquiera nosotros como cristianos, pero en la misma palabra de Dios, el Padre nos insta a estar siempre revestidos de Su armadura para enfrentar eso no tan bueno que puede llegar; hay una ventaja para el creyente, y es que cuando el día malo pase, éste quedará de pie, fortalecido y en victoria.

Efesios 6:13:
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (RV 1960).

El proceso que consideramos “malo” para nuestra vida puede llegar, pero debemos confiar que por medio de la fe en Cristo ya somos más que vencedores; el cristiano debe tener la percepción de que aun dentro de la fe, le puede acontecer el día malo, ya que un concepto popular es que como cristianos la prueba no llegará a nosotros.

Un grave peligro que sufren las congregaciones o los propios cristianos es no saber cuándo es el tiempo de visitación o bendición de Dios, por lo que es necesario aprovechar las oportunidades que el Señor brinda para que dentro de la fe podamos arriesgarnos a creer y obtener cosas mayores y mejores. Todo comienza con un paso arriesgado de fe, y aplica para cualquier circunstancia.

Los riesgos nos han permitido dentro de la fe, conquistar lugares o hechos para Dios, el creyente debe dejar el miedo.

Mateo 11:12:
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (RV 1960).

El tiempo de Dios no se asigna o no está orientado por una mejoría de la realidad sino por la obediencia y percepción del momento espiritual que se vive, y esto se aplica ya sea a nivel de país, de iglesia o personal, ya que, si Dios presenta las oportunidades, debemos estar apercibidos de poder tomarlas adecuadamente. Es tu obediencia a cumplir lo que Dios te ha dicho en un momento en específico, la que determina la llegada de tu bendición.

No hay decisión en obediencia a Dios que decidas realizar, que el Espíritu Santo no respalde ni dirija, siempre bajo un querer en el corazón del creyente y sin imponerse; todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad, y según sea el anhelo del creyente ya le han sido dadas por el poder divino de Dios, el detalle está cuando la misma persona no se esfuerza en creer aún más para recibirlas.

2 Pedro 1:3:
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (RV 1960).

El ejercicio constante de la fe desarrolla carácter en ti para obtener victoria sobre las cosas, y la mejor actitud del cristiano es una fe que agrade el corazón de Dios; el Señor desea ver que cada creyente se esfuerce y crea por lo que quiere, a fin de esa misma obra que realizas sea bendecida por Dios. Quien conoce los tiempos de obrar de Dios, sabe en qué momento hacer el esfuerzo exacto aun cuando no existan los ánimos o las mejores condiciones, la misma obediencia para agradar el corazón de Dios te llevará a la victoria.

Hay que estar conscientes de que Dios no se adaptará o entrará al programa que ya te hayas idealizado, sino todo lo contrario, es el creyente quien debe adaptarse y entrar a lo que Dios ya tiene planeado y establecido, formándote para estar preparado espiritualmente a lo que el Señor desea hacer y que puedas entender que cada vez que suceda, lo hará de una manera diferente para que no seas de los que se conforman, sino que puedas ir cada vez por más.

Dios es nuevo cada día, porque cada día son nuevas sus misericordias y no podemos tener la mentalidad de que el Señor obrará igual siempre; debemos entrar dentro del programa de Dios para obtener todo lo que con el corazón anhelamos, ya que allí no hay pérdida, sino ganancia.

No importa cuántas cosas hayas dejado atrás para cumplir la voluntad de Dios, cuando tienes tu vista en Él solo existe la esperanza de que cosas mejores vendrán para tu vida.

Habacuc 2:4:
“He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (RV 1960).

La fe no es para momentos determinados sino para vivirla a diario, lo que lleva a discernir el momento de Dios desde una perspectiva interna y no por un cambio externo que hasta puede ser manipulado por el enemigo, y es esa vista desde el interior la que toma el lugar de la visión personal, para que podamos entender que el plan de Dios es mucho más alto y digno que los que en nuestra capacidad humana pueda crear.

Cuando entiendes lo que significa adaptarte al plan de Dios, los deseos de superación personal pasan a ser los deseos por ver la obra del Señor avanzando, y aun cuando el camino es difícil, Dios muestra su bondad inagotable cumpliendo los deseos de tu corazón, porque cuando te ocupas de lo que es del Señor, Él en su fidelidad se ocupa de lo tuyo.

La renuncia a una visión personal es la integración de la misma a la visión de Dios, sabiendo que cuando esta acción sucede, todos tus planes son plantados en tierra fértil sin desgastarte en cumplirlos sino disfrutando de cumplir la voluntad de Dios con la confianza de que Él también trabaja en lo que tú quieres.

Cada vez que Dios va a poner un nuevo tiempo sobre ti, también pondrá el momento y dependerá de tu discernimiento para poder accionar, y una vez que el Señor te de su unción para ello, comenzará el proceso de formación dentro de ti para que Dios cumpla su propósito en ti y lograr lo que desea en ti, y en lo que te va a usar.

El tiempo de Dios y el anuncio de Él a tu vida trae consigo una afectación dramática de lo que hay a tu alrededor, por lo que cambiará la forma en que venían sucediendo las cosas en el área que el Señor ha escogido; eso significa un cambio radical para bien, no mejoría de lo que ves o ya tienes, y es precisamente eso lo que causa temor en las personas.

Debes soltar para poder avanzar.

Cada siembra que estás realizando en este presente, va a dar su fruto dentro del tiempo y plan de Dios.

No tendrás nuevos tiempos si sigues realizando cosas viejas, ya que ese cambio no comienza afuera en lo exterior sino en la perspectiva interior de que se aproxima un nuevo tiempo, adaptándote al plan de Dios es donde empieza el cambio en ti viendo como ajustas tu vida a lo que el Señor quiere hacer. No hay sentido en que Dios comience una nueva obra en ti, si sigues siendo la misma persona con la misma rutina y sin implementar nuevas disciplinas.

La perfección exige una disciplina mayor, la cual te hace una mejor persona y mejor creyente, ya que estás provocando el cambio que te asegura la victoria con Dios y con la ayuda del Espíritu Santo; cada logro requiere esfuerzo y formación.

1 Corintios 15:10:
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (RV 1960).

El nuevo tiempo trae nuevos desafíos y nuevas exigencias.

Tu enfoque no debe ser en lo que Dios puede darte o que puedes
ganar, sino en cultivar una relación con el Dios que amas y que te ama viviendo en Su presencia, con el objetivo de bendecir a otros también.

Los cambios que necesitas hacer en tu vida para adaptarte a lo que Dios quiere, se producen desde una mejor relación con el Señor, quien te revela las áreas en las que necesitas trabajar para provocar esa renovación llena de valentía y la fortaleza del Espíritu Santo.

Cada vez que Dios quiere realizar un cambio en tu vida, trae un proceso y también un impulso para llevarlo a cabo, porque el Señor necesita que seas diferente para que influencies a otros a ser diferentes provocando el cambio en una sociedad entera.

Lucas 14:14:
“Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?” (RV 1960).

Decídete con Dios a atreverte a cambiar y adaptarte a Su plan sabiendo que lo que Él ya ha dispuesto para ti es mucho mejor, más alto y más digno de lo que tu querías, con la certeza de que Dios también te cuida y trabaja por lo que tú quieres.

Con Dios, los cambios nunca te traerán pérdidas; ¡determínate a ser cada día lo que el Señor ha dicho de ti porque Su tiempo ha llegado!