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Ya no somos niños

Pastor Javier Bertucci

Domingo 11-09-2022

 

 

Gálatas 4:1-2: “Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”

El ser humano tiene un ciclo de crecimiento; lo natural es que al crecer, dejemos actitudes infantiles atrás para abrazar una nueva madurez. La Iglesia de Cristo tiene el mismo proceso de desarrollo, ella debe crecer en conocimiento, gloria, poder y en cantidad; sin embargo, actualmente la Iglesia se mantiene en el mismo estado de niñez. Son los pastores y líderes los encargados de procurar la madurez del pueblo de Dios, por medio de una predicación de profundidad y eficacia.

Esta falta de sensatez impide que un creyente pueda alcanzar las victorias que obtiene un cristiano con madurez espiritual, además de convertirlo en un blanco fácil para la manipulación. Muchos creen de forma errada que la clave para alcanzar la madurez espiritual, es equivalente a la cantidad de años que una persona pueda tener en el cristianismo; cuando realmente se trata del tiempo que le dediquemos a la búsqueda y la revelación de Dios.

Según Gálatas, somos los hijos herederos de Dios, y cuando nuestro Padre vea en nosotros la madurez para administrarla, entonces podremos acceder a la gran herencia que Él ha dejado para nosotros. Esto solo puede ocurrir cuando lleguemos al punto de la adultez espiritual, en el que sepamos gerenciar todas las riquezas y responsabilidades que Jehová desea darnos.

Gálatas 3:23-29: “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”.

La Biblia dice que el pecado nos domina a todos, de modo que el regalo que Dios prometió es para los que confían en Jesucristo. Antes de eso, la ley fue como una cárcel, en la que estuvimos encerrados hasta que vimos que podíamos confiar en Cristo. La ley fue como un maestro que nos guió y llevó hasta Cristo, para que Dios nos aceptara por confiar en Èl. Pero ahora que ha llegado el tiempo en que podemos confiar en Jesucristo, no hace falta que la ley nos guíe y nos enseñe.

Poseemos un Dios de progreso, todo en Él se desarrolla, por ende, al ser sus hijos debemos enfocarnos en crecer en lo espiritual. Una de las características más grandes que se observan en un cristiano con madurez, es el deseo de agradar al Padre. Cuando decidimos direccionar nuestras acciones para colaborar con el plan de Dios nos acercamos a ese punto de sensatez que expresó Jesús al decir “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).

Debemos procurar el crecimiento espiritual porque hay grandes responsabilidades que Dios desea entregarnos, pero solamente podemos recibirlas si contamos con el carácter suficiente.  Empezamos a actuar con madurez en el momento que comprendemos, por la revelación de la Palabra, que el dinero y las posiciones no nos darán la plenitud que sentimos al servir y ponernos a la disposición del Padre.

Es la cercanía con Jesús la mayor herencia para un hijo. En la intimidad vamos a recibir dirección y revelación para cumplir con toda responsabilidad, es ahí cuando Dios nos irá confiando más cosas. La confianza es probada y necesitamos bases espirituales para corresponderla.